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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Irak se libaniza

La sucesión de atentados suicidas de gran envergadura y de ataques selectivos contra las tropas de ocupación hace cada vez más insostenible la situación en Irak. Matanzas como la de ayer en Nasiriya, en la que han perdido la vida al menos 18 militares italianos y ocho ciudadanos iraquíes, ponen de manifiesto que en el país árabe puede ocurrir cualquier cosa en cualquier momento. No existen condiciones para garantizar la seguridad de los contingentes allí desplazados; y si Italia, estupefacta y conmocionada, ha anunciado por boca de su primer ministro el mantenimiento de su compromiso en Irak, es probable que otros Gobiernos inicialmente dispuestos a colaborar con EE UU se lo piensen dos veces antes de enviar tropas a un escenario que se libaniza a toda prisa.

En lo que va de mes han muerto casi cuarenta soldados estadounidenses. La incapacidad de la superpotencia para controlar la situación -perdida hace tiempo la batalla por los corazones- da alas a los iraquíes que piensan que la ocupación puede ser finalmente derrotada. Un reciente informe de la CIA advierte del creciente apoyo popular a la insurgencia, y no es descartable un progresivo acercamiento entre la frustrada mayoría chií y los hostiles suníes ante la perceptible ansiedad que aligera los gatillos de las tropas estadounidenses: ayer mismo abrieron fuego en Bagdad contra el coche de uno de los miembros del Gobierno Provisional.

Irak necesita de un inmediato cambio de estrategia por parte de EE UU, cuya soledad se acentúa a medida que aumenta la lista de muertos, crece la contestación política interna y se aproxima la batalla electoral del año próximo. Todo indica que la inesperada y urgente visita a Washington del plenipotenciario Paul Bremer, que dio plantón en el último minuto al primer ministro polaco, tiene por objeto discutir una transferencia acelerada de la autoridad a los iraquíes ante una situación que, de prolongarse, podría llevarse por delante las posibilidades de reelección de Bush. Los acontecimientos han convertido en sarcasmo aquel mensaje triunfal del presidente, en uniforme de aviador, sobre la cubierta del Lincoln, hablando a sus tropas hace seis meses de una "misión cumplida".

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La transición tampoco funciona en su vertiente política. La reconstrucción es una entelequia y ni las personas ni las instituciones creadas por EE UU han dado pasos significativos en el proyecto constitucional y electoral. Pese a que Bremer intentó ayer quitar hierro desde Washington, es patente el desencuentro entre la Casa Blanca y el Gobierno interino; hasta el punto de que el teórico ministro de Exteriores iraquí ha salido a la palestra para denunciar las discrepancias entre los varios departamentos estadounidenses con responsabilidades en Irak.

La realidad muestra descarnadamente que EE UU y Gran Bretaña infravaloraron la ocupación de Irak. Esta aventura progresivamente desprovista de sus mejores argumentos no sólo consume cada vez más energías y desgasta más a sus participantes, a todos sus participantes, sino que envalentona a los mercenarios del terror y está inflamando las pasiones radicales en el mundo musulmán.

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