_
_
_
_
_
Análisis:ANÁLISIS | ELECCIONES EN CATALUÑA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Quién teme al tripartito?

Josep Ramoneda

Si Maragall llega en cabeza el próximo domingo, es más que probable que Cataluña tenga un Gobierno tripartito de izquierdas. Esta fórmula lleva años gobernando el Ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo, sin descarrilamientos. Los resultados deben de ser buenos si los ciudadanos han decidido repetir varias veces. Evidentemente, gobernar la Generalitat no es lo mismo que gobernar un ayuntamiento. Pero ¿qué reparos se oponen a esta fórmula?

Desde el PP y desde los medios de opinión conservadores se tira contra Esquerra, convertida en mochuelo que representa todas las maldades del soberanismo y, con menos entusiasmo, contra ICV, a la que señalan como máximo expresión del atraso progresista. En realidad, el PP tira contra Esquerra y contra ICV sólo pensando en dañar al PSOE (ni siquiera al PSC). El PP sabe del calado limitado que estas descalificaciones tienen en Cataluña y en realidad piensa en utilizar el tripartito para erosionar al PSOE ante el votante español con vistas a las elecciones de marzo. Por eso, los mayores aspavientos no los hace Piqué, sino Mayor, Aznar y otros ilustres turistas electorales.

CiU tira a dos bandas: el PSC no es un partido de fiar por su relación con el PSOE, es decir, en el lenguaje sectario convergente, por su dependencia de Madrid. Y Esquerra cometerá un acto de traición a la patria si se alía con gente con terminales fuera de Cataluña. De ICV nunca hablan. Es la carga final de una elección que ven muy complicada.

Puede que Esquerra sea un freno para algunos -más bien pocos- electores moderados partidarios del cambio, puede que ICV asuste todavía a los que bebieron en las fuentes del anticomunismo, pero esto es ya muy lejano. Tanto Esquerra como ICV se han ganado a pulso los peldaños que han subido hasta entrar de pleno en la baraja del poder. Baraja de la que, curiosamente, sólo queda aparentemente fuera el más poderoso: el PP. Su inversión es de futuro, dicen. Y puede ser verdad: cuando Laporta se fotografía con Piqué es que éste ya no es un extraño.

Hay pocas razones sólidas para temer a una Esquerra que sabe perfectamente que los catalanes están dispuestos a muchos cambios siempre y cuando no supongan el más mínimo riesgo para la convivencia o a una ICV que aporta pluralismo y determinación al ámbito de la izquierda. Y sin embargo, hay una razón muy positiva a favor del tripartito: la normalización del espacio político catalán, que, como toda democracia consolidada, se articularía por fin en torno al eje derecha-izquierda. Con el nacionalismo perfectamente distribuido a ambos lados, dejando de actuar como factor distorsionador o como coartada ventajista. Y cortando, de este modo, cualquier riesgo, casual o inducido, de hacer entrar a Cataluña en una dinámica frentista como la que está dañando la convivencia en el País Vasco.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_