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Argentina recibe a los Reyes con un programa que limita el eco de la visita

Kirchner desplaza hacia Patagonia la parte central del viaje

El rey Juan Carlos se convirtió anoche en el primer jefe de Estado o de Gobierno de un país europeo que visita Argentina tras la asunción de la presidencia por el peronista Néstor Kirchner, el pasado 25 de mayo. Sin embargo, las autoridades argentinas han organizado el acontecimiento con un programa que limita las repercusiones públicas del viaje.

El presidente argentino prefirió la visita del monarca a la de Aznar

Por expreso deseo de Kirchner, casi un tercio de la visita real se desarrollará en la remota Patagonia, fuera del alcance de los medios de comunicación. Además, apenas habrá discursos. Es como si, a la vista de las dificultades que encaran las relaciones entre los dos países, el presidente argentino hubiera optado por difuminar los problemas tras una buena foto con los Reyes, que gozan de simpatía y buena imagen.

La parte española hubiera preferido un programa de auténtica visita de Estado para la quinta estancia en Argentina de don Juan Carlos y doña Sofía, pero el viaje ha adquirido, finalmente, un carácter semiprivado. Ir más allá implicaba el riesgo de tropezar con las inquietudes de los empresarios españoles, que reclaman mejores tarifas para los servicios que prestan y mayores garantías jurídicas para el futuro de sus negocios; o con los sentimientos de sectores de la sociedad argentina que se consideran agraviados por la pujanza de los intereses españoles en su país, alentados a veces por el propio Ejecutivo.

Hay que pensar que por eso Kirchner prefirió la visita de los Reyes, siempre de carácter más institucional que político, a la del presidente del Gobierno. José María Aznar no ocultó durante la visita del presidente argentino a Madrid, el pasado mes de julio, su deseo de viajar oficialmente a Buenos Aires.

Una vez decidido el viaje real, los esfuerzos por limitar su eventual impacto han dejado huellas evidentes en el programa oficial. Néstor Kirchner fue gobernador de Santa Cruz, donde tiene su casa y sus orígenes. Le gusta llevar a huéspedes de honor hasta esas tierras australes cuya belleza atrae a turistas de todo el mundo. Pero la visita de los Reyes, que como el presidente argentino tienen que asistir el próximo viernes a la Cumbre Iberoamericana de Santa Cruz del Valle, en Bolivia, es muy breve y la gira patagónica con Kirchner va a consumir casi 20 horas de las apenas 60 disponibles.

Otro dato a tener en cuenta es que las intervenciones públicas del Rey sobre temas bilaterales han quedado reducidas a un discurso. Lo pronunciará al concluir la visita, durante la cena oficial del jueves por la noche (madrugada del viernes en España), y Kirchner pronunciará también allí su único discurso durante la visita.

Hay programado, como en casi todos los viajes reales, un foro empresarial hispano-argentino, que presidirá el Rey y no se sabe muy bien si también Kirchner. En cualquier caso, rompiendo los usos habituales, ni don Juan Carlos ni el presidente argentino tomarán la palabra en ese acto. La intervención de Kirchner ante la flor y nata del empresariado español en la sede madrileña de la CEOE, el pasado 17 de julio -cuando acusó a los presidentes de las grandes empresas españolas de complicidad con la peor corrupción del sistema argentino-, dejó un regusto amargo y una sensación de desconfianza hacia las duras maneras del nuevo presidente, que merecieron un eco grande e inmediato en los medios de comunicación de su país.

Por mucho que Aznar se declarara satisfecho de aquella visita y reiterara su voluntad de seguir apoyando a Argentina ante el FMI y en todos los foros internacionales, es evidente que también en los medios gubernamentales españoles se ve a Kirchner con marcado recelo. No gustan las grandes quitas que ha impuesto hasta ahora en las renegociación de la deuda ni la ambigüedad que sigue rodeando sus proyectos para salir de la crisis ni la alternativa política al liderazgo y al modelo de Estados Unidos que plantea a través del llamado Consenso de Buenos Aires. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, el otro impulsor del citado acuerdo, suele ser presentado en los medios mencionados como una cara mucho más coherente y fiable de la nueva izquierda latinoamericana.

Dicho esto, la mejora de la situación argentina, avalada por el propio FMI con su moratoria, y la magnitud de los intereses españoles en el país impulsan al Gobierno de Aznar a hacer todo lo posible por mantener las mejores relaciones con las autoridades de Buenos Aires. El viaje de los Reyes es un paso importante.

Nota curiosa del viaje es que servirá de ocasión para que la ministra de Exteriores, Ana Palacio, que desarrolla un actividad ilimitada en Oriente Próximo, realice, como ministra acompañante, su primera visita oficial a un país en el que las empresas españolas tienen invertidos más de 40.000 millones de dólares.

Don Juan Carlos y doña Sofía se despiden de Aznar, ayer en Barajas.
Don Juan Carlos y doña Sofía se despiden de Aznar, ayer en Barajas.EFE

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