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Las mujeres sin pareja reciben en España al menos el 10% de las inseminaciones

Clínicas de reproducción constatan que la maternidad en solitario es un fenómeno en auge

Hijos sí, maridos no. O al menos, no como requisito imprescindible para ser madres. La maternidad en solitario es una opción cada vez más buscada y con dos caminos principales: la adopción y las técnicas de reproducción asistida. Las mujeres solas reciben ya al menos una de cada 10 inseminaciones que se practican en España y es un fenómeno en aumento, según las clínicas. A esta vía recurren mujeres de más de 35 años con autonomía económica y sin pareja. La carencia de padre les parece un inconveniente asumible y, segun los centros, cada inseminación cuesta unos 650 euros de media.

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Al menos una de cada 10 inseminaciones se realizan ya sobre mujeres solas, según los datos recabados por este periódico. En un centro como el USP Instituto Universitario Dexeus de Barcelona las mujeres sin pareja recibieron el 44,9% de las 218 inseminaciones practicadas el año pasado. En la clínica IVI-Madrid, supusieron el 9,4% sobre un total de 639 realizadas en los últimos 12 meses. "Es una proporción extrapolable para nuestras clínicas de Sevilla, Murcia, Almería, Valencia y Castellón", asegura el ginecólogo Juan Antonio García Velasco. En los dos centros asturianos de CEFIVA suponen el 12,5%. De las clínicas consultadas, el Centro de Reproducción Humana de Granada es la que aporta cifras más bajas: en torno al 3%. El Ministerio de Sanidad carece de datos al respecto.

"Tienes más de 30 años y te ganas la vida. La experiencia de pareja te ha enseñado que el amor no es para siempre. Y tú quieres tener un hijo, asegurarte de que lo tienes pase lo que pase con el amor. Será tu hijo, sólo tuyo. Serás su madre, madre y padre". Habla Carmen, madre en solitario. Su nombre es supuesto, como el de todas las mujeres que participan en este reportaje. Son protagonistas de un modelo minoritario pero en auge: la maternidad buscada a solas.

Para conseguirla, las mujeres recurren de forma creciente a la inseminación artificial, a recibir en una clínica el semen de un donante anónimo. "Las mujeres sin pareja que acuden a nuestras consultas se han triplicado en los últimos cinco años", afirma el ginecólogo Carlos García-Ochoa, de las clínicas asturianas CEFIVA. "Este fenómeno ha crecido muchísimo", ratifica Eleuterio Hernández, ginecólogo y director de la clínica FIV-Madrid. Los datos les avalan.

Dos alternativas

"Un hijo se tiene porque se desea. El motivo quizá sea egoista, pero es el mismo para una mujer que lo afronta a solas o para una pareja", reflexiona Carmen. Con la decisión tomada las mujeres suelen elegir entre dos caminos: la adopción o la inseminación. A veces inician uno y acaban en otro.

"Yo no deseaba tener un hijo sin padre, porque un niño tiene derecho a tenerlo. Me pasé dos años dándole vueltas al dilema: Sentía un fortísimo deseo de ser madre, pero no tenía un padre para mi hijo, porque no había logrado tener una relación de pareja satisfactoria", relata Ana, universitaria de 43 años. "Primero intenté acoger a un niño y me lo denegaron por ser soltera. Luego me informé sobre la adopción internacional. Conseguir el certificado de idoneidad llevaba un año. Luego, los trámites para adoptar costaban unos 12.000 euros. Tuve una sensación espantosa, como de mercadeo".

Ana también descartó entablar una relación sexual con el único fin de quedarse embarazada. Al cumplir los 40 años, después de haber consultado con un psicólogo y un psiquiatra que no le aclararon por qué era tan importante para ella la maternidad, cruzó el umbral de una clínica de reproducción asistida. "Tuve suerte. Me quedé embarazada a la primera", relata esta universitaria madrileña. El gasto, 600 euros, fue la mejor inversión de su vida. Y eso que la hija no llegó precisamente con un pan bajo el brazo, sino con el despido laboral de su madre. "Parece que no, pero se mantienen los prejuicios de siempre hacia las madres solteras y la gente no entiende que lo seas por gusto", apostilla Ana.

Teresa no repara en los posibles inconvenientes. "Estoy a punto de cumplir los 39 años. No tengo pareja y se me acaba el tiempo. Me parece una falta de respeto hacia un hombre acostarme con él para quedarme embarazada. También sé que si no fuera madre me arrepentiría siempre por no haberlo intentado", relata esta trabajadora de una guardería. "Pensé en adoptar, pero me apetecía que el hijo fuera mío. La inseminación me ha parecido la opción más razonable", añade esta mujer andaluza.

Mayoría de heterosexuales

"La inmensa mayoría de las mujeres solas que vienen a la consulta son heterosexuales que no han encontrado la pareja con la que quieran o puedan tener un hijo. Tienen prisa. Ven que se les pasa la edad de ser madres y recurren a la inseminación artificial por puro pragmatismo, para ganar tiempo y quedarse embarazadas", explica García Velasco.

La falta de padre ha dejado de ser un obstáculo para la maternidad. Sin embargo, las mujeres que optan por la inseminación de un donante anónimo son conscientes de que tendrán que enfrentarse a muchas preguntas, a muchos comentarios. "Yo le diré a mi hija cuál es su origen, aunque no sé cómo reaccionará", afirma Ana.

Si logra quedarse embarazada, Teresa se planteará el mismo camino. "La falta de padre se compensará con un entorno que le proporcionará mucho amor. Se podrá sentir un hijo muy deseado. Yo le explicaré cómo fueron las cosas aunque me imagino que alguna vez, por ejemplo en la adolescencia, me lo echará en cara", dice Teresa.

"Si la madre ha sabido hacer bien las cosas, el hijo no echa en falta la figura del padre. Además, puede elegir ese referente entre los familiares o amigos de la madre", plantea Carmen, quien adoptó a una niña hace 12 años. "Quizás hoy habría elegido la inseminación, cuya técnica ha adelantado mucho, pero no porque mi hija fuera más mía o llevara mis genes. La única razón sería evitar la tremenda angustia del proceso adoptivo. Provoca mucha frustración y lleva mucho tiempo", añade.

"Esto es un cambio profundo. Para tener un hijo ya no necesitamos una pareja. Tener un hombre ha dejado de ser imprescincible para ser madre: hay donantes", plantea Ana. El ginecólogo García Velasco concluye: "Cada vez resulta más evidente que tener un hijo es una decisión femenina. Además, cada vez resulta más fácil". Y más frecuente.

Trabajo en un laboratorio de inseminación artificial.
Trabajo en un laboratorio de inseminación artificial.CARLES RIBAS

Tras varios intentos

Teresa va por su primera inseminación. "Lo peor es que resulta muy caro, un lujo. Tengo que pagar unos 1.300 euros por ciclo [en cada ciclo menstrual se realiza una insemina-ción]. Intenté hacerlo en la sanidad pública, pero me lo denegaron por no tener pareja", relata.

Ella ha roto la hucha para lograr a su hijo. Su tratamiento resulta más caro que el precio medio que facilitan los expertos: entre 600 y 650 euros por cada inseminación, pruebas y fármacos aparte.

"Si me falta dinero intentaré encontrarlo donde sea. Me han dicho que lo normal es lograr el embarazo al cabo de cuatro inseminaciones", porfía Teresa.

"Las mujeres tienen un 18% de posibilidades de lograr el embarazo en cada ciclo y que, una vez logrado, tienen una posibilidad sobre 10 de tener un embarazo gemelar", dice Eleuterio Hernández, ginecólogo y director de la clínica FIV-Madrid.

La edad media de las mujeres solas que recurren a la inseminación es superior a la de las que lo hacen teniendo pareja.

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