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Tribuna:OPINIÓN | Apuntes
Tribuna
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La enseñanza por ordenador y el papel del profesorado

Teleformación, e-learning, formación no presencial o semipresencial, enseñanza on-line, courseware, ... junto al ciertamente difuso de enseñanza por ordenador incluido en el título para llamar la atención al lector ajeno a esta jerga, son términos usados a menudo de manera confusa que sugieren la posibilidad de aprender delante de una máquina, especialmente si se tiene acceso a Internet y mediante ella a la Sociedad de la Información y/o del Conocimiento, sin necesidad de profesores.

Nada más lejos de la realidad. Las TIC (tecnologías de la información y de la comunicación) no son más que eso, una tecnología, deslumbrante, pero no menos que la imprenta en su momento. La existencia de libros impresos no supuso la desaparición de las clases ni de los profesores; sino que incrementó las posibilidades de enseñanza de los profesores y de aprendizaje de los alumnos. Tampoco la existencia de bibliotecas públicas, donde los individuos pueden acceder a multitud de fuentes de conocimiento, convierte a todos en autodidactas que ya no tienen que ir a que nadie les enseñe nada.

Es verdad que hay temas que se pueden aprender por uno mismo, especialmente con buenos libros. Del mismo modo unos materiales bien elaborados que aprovechen estas recientes tecnologías (lo que se llamaría courseware) pueden permitir el aprendizaje autónomo de determinadas materias o destrezas; tenemos ante nosotros los "libros" del tercer milenio. Pero ni unos ni otros permiten una formación completa e integral, en absoluto una formación universitaria.

Siguen siendo necesarios los profesores y que éstos aprovechen los mejores recursos a su disposición para dos objetivos: 1) conseguir el aprendizaje presente más eficaz, del mayor número de sus alumnos, partiendo de sus conocimientos previos y en aras al mayor incremento de conocimientos o destrezas y 2) para posibilitar al alumno su aprendizaje posterior sobre el tema, para seguir ampliando sus conocimientos y/o adaptarse a los nuevos.

Las tecnologías de la información y de la comunicación ofrecen posibilidades de interacción realmente potentes para este proceso: del estudiante con los materiales, ya que puede consultar materiales realizados por su profesor o por otros autores que los hagan disponibles en la red, e interactuar con ellos mediante recorridos alternativos, simulaciones o ejercicios autocorregidos, entre otras posibilidades; interacción del estudiante con el profesor, mediante tutorías electrónicas o entrega telemática de trabajos, por ejemplo; e interacción del estudiante con el resto del grupo, mediante herramientas como los foros o actividades de trabajo colaborativo. Y todo ello superando las barreras del espacio y tiempo, de modo que no es imprescindible que todo el proceso de enseñanza y aprendizaje se realice coincidiendo en un lugar y a una hora.

¿Se convertirán por ello todas las universidades en virtuales o a distancia? No creo, ya que la Universidad y la vida universitaria son mucho más que las clases o e-clases y porque el contacto humano y la interacción en persona son imprescindibles. Las universidades a distancia son una alternativa perfectamente válida para estudiantes que no pueden asistir a clases, pero exigen una motivación y una disciplina de estudio que no tenemos todos, tampoco los estudiantes de 18 años.

Creo en cambio en universidades que asumirán un sistema bimodal, que combine las horas de clase, tutorías y otras actividades presenciales, con las horas de trabajo complementario con libertad de horario y lugar para realizarlas, tal como indican las propuestas de Bolonia centradas en el proceso de aprendizaje del estudiante, y posibilitado con las tecnologías disponibles.

¿Y cuáles serán las funciones del profesor en la Sociedad del Conocimiento? Respecto al aprendizaje de sus estudiantes podrían resumirse en cinco: seleccionar la información adecuada, interpretarla para su mejor comprensión, orientar al estudiante para obtener información adicional, motivar el interés y la participación del estudiante y, si procede, evaluar la consecución de los objetivos propuestos.

Como muestra de todo ello, la Universitat de Valencia tiene en marcha un plan de aplicación de las TIC a los procesos educativos, dentro del cual junto a asignaturas con docencia bimodal, se impartirán una serie de asignaturas "no presenciales" que iniciarán sus clases con una sesión de presentación el próximo 3 de noviembre. Este plan trata de evaluar el uso de las TIC en el aprendizaje para preparar su extensión al conjunto de la Universitat, sin caer en el fanatismo tecnológico: se trata de un uso racional de las TIC poniendo el esfuerzo en lo que realmente mejore el aprendizaje. Ello supondrá sin duda un esfuerzo a los estudiantes, al menos para cambiar a una actitud de aprendizaje más activa, y un esfuerzo de los profesores en adaptar sus métodos pedagógicos.

Para concluir, mi opinión es que ni las tecnologías ni los materiales disponibles sustituirán a los buenos maestros (sí en cambio a algún enseñante que podamos haber sufrido, sustituible por una grabación en video de su clase del año pasado) Del mismo modo que la existencia de CDs y DVDs no supone la desaparición de las orquestas, ni ningún estudiante de violín llegará a un nivel mínimamente aceptable sólo con libros y escuchando discos, los profesores tenemos el futuro asegurado, siempre que nos esforcemos en nuestras funciones.

Vicente Cerverón es Vicerrector de Tecnologías de la Información y de la Comunicación de la Universitat de València

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