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ESPUMAS Y AIRES | ELECCIONES EN CATALUÑA
Columna
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Pequeños guiños

Llaman merchandising a estas tonterías consumistas que tratan de predisponer favorablemente la simpatía del votante. Pegatinas, bolígrafos, llaveros, globos, caramelos con el logo o el lema: baratijas, juguetes para niños / decisivos. Intento, más eficaz que un debate, de no dejar resquicio sin voto.

Saboreo ahora mismo un caramelo de naranja marca CiU y percibo a Artur Mas como un dulce. Si me atasco en la escritura, tengo a mano un pequeño corazón de goma amarilla con cuatro barras en el que descargar el estrés. Dos velitas con los colores de Mas me iluminan. Y, si llueve, me esperan un paraguas y una capa de plástico con el mismo corazón nacionalista. Ay, qué bella es la vida y qué placer las elecciones. Sí a todo.

Los socialistas tampoco dejan nada al azar. Pasqual Maragall reparte claveles rojos cual violetera vocacional. La gente los recibe ilusionada. Jóvenes socialistas ofrecen condones con un lema: "El canvi segur". Los condones de los jóvenes de ICV-EUiA apuntalan: "No t'abstinguis". Guiños de acercamiento. ¡El sexo aún existe! Complicidad.

Eso buscó el capgros de Josep Lluís Carod, meritorio intento de hacer simpático el nacionalismo que ahora se complementa con un cappetit: un pin resalao en el que Carod hace de Tintín con bigote y senyera. Mitos modernos: juegos para Cataluñas amables. Josep Piqué se ha limitado a lo convencional y selecto: bolígrafos, puntos de libro y un accesorio para el móvil. "No tenemos un duro", dice su gente.

Con poco dinero, los de Joan Saura han reciclado en bolsas resultonas las banderolas de la campaña municipal de Imma Mayol. La segunda mano está en alza: desarrolla la imaginación y el ahorro. Cada juguete electoral nos envía un mensaje, un guiño. Eso es lo que cuenta: los objetos acabarán en la basura.

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