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Análisis:ANÁLISIS | ELECCIONES EN CATALUÑA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Imprevistos de campaña

Josep Ramoneda

Por fin el PSC había logrado que la cuestión social adquiriera protagonismo en campaña, forzando a CiU al difícil ejercicio de prometer lo que no ha sido capaz de hacer en 23 años. CiU, por su parte, seguía con lo que parece ser su prioridad de campaña: la pugna con Esquerra Republicana por la herencia del voto pujolista. Algún día será interesante estudiar cómo CiU hizo crecer y alimentó a la que ahora es, a juzgar por la tenacidad con que los líderes nacionalistas se emplean contra Esquerra, la vía principal de la fuga de sus votos. Pero las campañas tienen siempre sorpresas que desbordan las planificaciones estratégicas de los partidos. Y esta semana se han producido tres, una previsible y dos imprevisibles.

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Era perfectamente previsible que, tarde o temprano, algún dirigente del PP llevara a la campaña catalana la estrategia de la tensión que Josep Piqué ha tratado de evitar por la vía de la discreción. Es su carácter. Tratándose de Mayor Oreja, era previsible también que lo hiciera mezclando en el mismo cóctel de los enemigos de España al nacionalismo catalán y al vasco. Y así ha sido: Esquerra es a Pujol lo que el plan Ibarretxe a ETA. Ésta es la insensata ecuación del ex ministro del Interior. No es una persona a la que se pueda considerar desinformada: no hay atenuante alguno para tamaño disparate. Es simplemente una persona obsesionada que todo lo mide desde el mismo parámetro: su visión del problema vasco. Piqué se tira de los pelos viendo cómo los votos que estaba arrancando a CiU del sector más reacio a la radicalización nacionalista de la campaña de Mas pueden estar ya volviendo al redil.

Sin embargo, era imprevisible que la campaña arrancara con la noticia de la boda Felipe-Letizia. Súbitamente las portadas se han llenado de rosa y la campaña ha perdido papel y protagonismo. En el PSC lo ven con alivio, porque el que va por delante siempre piensa que en campaña son los demás los que tienen que arriesgar. Si la atención decae, el que tiene que remontar ve limitados sus instrumentos. Y noticias como la boda, que rompen con una actualidad casi siempre cargada de noticias duras, pueden crear -dicen- un clima optimista más favorable al cambio. El PSC no debería olvidar, sin embargo, un dato: ninguna de las encuestas realizadas hasta ahora le da crecimiento de voto. Y no deja de ser raro -como para merecer alguna reflexión- que un partido que viene de la oposición pueda ganar unas elecciones perdiendo votos.

También era imprevisible el patinazo de Pujol ante los empresarios del sector de la enseñanza. Aquí todos hemos hecho trampas, vino a decir el presidente: Gobierno, empresarios y padres. Es difícil exculpar por el carácter coloquial de la expresión, una afirmación que coincide con la percepción que tiene mucha gente: que se subvenciona a escuelas que ni lo necesitan ni cumplen con las compensaciones exigibles, y que en algunas de ellas los padres pagan mensualidades abusivas. Y todo esto cuando los déficit de la escuela pública son muy altos. Maragall ha pasado de puntillas sobre esta autoinculpación del Gobierno de CiU. A veces, uno piensa que en esta campaña CiU está siendo el peor adversario de sí misma. Y que en el oasis catalán perderá el que meta más goles en propia puerta. Habrá que anotarlo en la lista de hechos diferenciales.

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