Los presos de Salónica
Sorprende el silencio con que nuestros medios de comunicación están obsequiando a la situación, dramática, de un puñado de activistas detenidos en Grecia desde hace más de cuatro meses. Las manifestaciones registradas en Salónica el pasado junio, con ocasión de la cumbre de jefes de Estado de la UE, han dejado, sin embargo, un inquietante reguero de prácticas policiales y judiciales poco edificantes: las irregularidades parecen haber estado a la orden del día, y con ellas los malos tratos, las amenazas, la inusitada prolongación de la detención preventiva y el desprecio más cabal de la presunción de inocencia.
Ante la manifiesta indefensión que padecen y ante la desproporción de las penas que se solicitan para castigar supuestos delitos que, en cualquier caso menores, se han relacionado con una fantasmagórica "conspiración anarquista internacional", cinco de los detenidos se encuentran en huelga de hambre.
Uno de ellos, el ciudadano sirio Suleimán Dakduk, que podría ser extraditado para cumplir en su país una condena a cadena perpetua, inició la huelga el 21 de septiembre; Carlos Martínez (de Aranjuez), Fernando Pérez (de Burgos) y Simon Chapman hicieron lo propio el 5 de octubre, y tres días después se les sumó Spyros Tsistas.
Lo que ocurre en estas horas en Grecia -con el beneplácito general, por lo que parece, de Gobiernos y medios- se antoja un inquietante anuncio de lo que acaso se avecina en el resto de nuestra civilizada UE.
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