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CLÁSICOS DEL SIGLO XX (2)

El libre conservador

Josep Pla Casadevall murió el Día del Libro, el 23 de abril, de 1981, y muchos quisieron ver algún tipo de alegoría en aquella coincidencia. Había sido el gran renovador de las letras catalanas y su estilo preciso y directo, "sin volutas", como él mismo decía, creó escuela.

Nació en 1897 en el pueblo gerundense de Palafrugell. Tras acabar el bachillerato en Girona, comenzó la carrera de Derecho, que combinó con colaboraciones en diversas publicaciones comarcales como Revista de Gerona, Baix Empordà o Cenacle. En 1918 termina los estudios y se emplea en Las Noticias, de donde pasa rápidamente a La Publicidad.

Entre 1919 y 1939 fue corresponsal por toda Europa para diferentes diarios, como El Sol, de Madrid, y La Veu de Catalunya. Acompañó a los fascistas italianos en su marcha sobre Roma y denunció el "fascismo real" frente al "ideal" que admiraban intelectuales españoles como Ramiro de Maeztu. En 1924, publicó Negro y naranja, en el que se descubre como escritor, y al año siguiente aparecen Cosas vistas y Rusia, un libro crítico que recoge las impresiones de su viaje a la Unión Soviética. También visita Francia, el Reino Unido, Alemania, Suecia y Yugoslavia. Mientras, va publicando obras como Linterna mágica, Relaciones, Cartas de lejos, Cartas meridionales, Vida de Manolo o Madrid, obra de 1929 en la que retrata con humor la vida de la capital.

Biografías

Vinculado políticamente al regionalismo conservador de la Lliga, entre 1928 y 1930 publica una biografía de Francesc Cambó en tres volúmenes. El 14 de abril de 1931 Pla llega a Madrid acompañando al político catalán y se convierte en testigo excepcional del derrocamiento de la monarquía. Dos años más tarde publica Madrid. El advenimiento de la República.

La Guerra Civil le sorprendió en Cataluña. Pla marchó a Francia y colaboró con la prensa de los sublevados. Terminado el conflicto, volvió a Barcelona, donde dirigió por breve tiempo el diario La Vanguardia. Pronto se distanció del régimen franquista y se recluyó en el Empordà. Allí permaneció, escribiendo artículos para la revista Destino, sin apenas viajar más hasta el día de su muerte.

Durante la posguerra publicó biografías como Rusiñol y su tiempo o El pintor Joaquín Mir, así como alguna novela, entre las que destaca La calle estrecha. Su obra principal siguió centrada en la observación del mundo que le rodeaba, tal como plasmó en Gerona, Bodegón con peces o Langosta y Pollo. En 1966 publicó El cuaderno gris, un dietario escrito entre 1918 y 1919, considerado como su obra maestra.

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