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ELECCIONES EN CATALUÑA | La pugna entre los líderes políticos

Arranca la campaña electoral catalana más reñida entre PSC y CiU, con ERC de bisagra

Aznar viajará en cinco ocasiones a Cataluña para respaldar los actos del Partido Popular

Francesc Valls

Nunca desde 1980 las espadas habían estado tan en alto como en las elecciones catalanas que se celebrarán el próximo 16 de noviembre, las primeras sin Jordi Pujol. El socialista Pasqual Maragall y el convergente Artur Mas medirán sus fuerzas en esta dura campaña que ha comenzado oficialmente a las cero horas de hoy y en la que el PSC parte como favorito: entre dos y cuatro puntos, según los sondeos. El tercero en discordia será Esquerra Republicana (ERC), que puede constituirse en bisagra de la situación tras una campaña durante la que José María Aznar desembarcará en cinco ocasiones.

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"Vengo a ocupar el espacio del centro", dijo ayer Mariano Rajoy, candidato del PP a la presidencia del Gobierno, quien visitó Girona, un feudo muy convergente. Su objetivo confeso es recuperar el voto que CiU ha dejado a su derecha. El voto de aquellos que se sienten catalanes y españoles y que están alarmados por los guiños que, desde la candidatura de Artur Mas, se lanzan hacia el electorado más nacionalista y que se fuga hacia Esquerra Republicana. Los republicanos, desde su soberanismo, juegan la baza de la ambivalencia o la ambigüedad calculada -según los analistas- gracias a su posible papel de bisagra. Pero no está claro si dispondrán de doble llave, decantando ellos la mayoría o solo podrán pactar con una de las formaciones vencedoras: PSC o CiU.

Las urnas darán respuesta a muchos de estos interrogantes. Pero primero habrá 15 días de campaña. Y ayer llegó el pistoletazo de salida. En el arranque oficial -el real comenzó hace meses- los partidos están ya en la fase -una vez que ya han intentado consolidar a su electorado- de tratar de arañar el voto de los partidos fronterizos. Josep Lluís Carod Rovira, el líder de los republicanos, lo enunció ayer de manera clara: "CiU no sabe cómo hacerlo para atrapar la fuga de votos hacia ERC, porque nosotros somos quienes representamos la herencia de la Convergència Democràtica fundacional".

CiU es pues, en su condición de fuerza que ha ocupado la centralidad política en Cataluña, la formación cuyos votos son codiciados por los restantes partidos. Esta batalla se duplica con la disputa por la herencia de Jordi Pujol, que en esta ocasión no concurrirá a los comicios catalanes por vez primera en 23 años. Porque a lo largo de este periodo la permanente mayoría nacionalista ha ido encogiendo. Las mayorías absolutas de mediados de los ochenta y de principios de los noventa han dado paso a estrecheces políticas, como la que arranca de 1999. En su sexta investidura, Pujol precisó de los votos del PP para acceder a la presidencia de la Generalitat.

Eso fue el síntoma de lo que se ha evidenciado a lo largo de esta legislatura en el Parlamento de Cataluña: la existencia de dos bloques, la derecha y la izquierda. El primero lo han integrado CiU (56 escaños) y PP (12) con 68 votos de los 135 de la Cámara. El segundo -con 67 diputados- lo han formado PSC (50 escaños), ERC (12) e Iniciativa per Catalunya Verds (5). Esa alianza con el PP es lo que ahora podría pasar factura a CiU, pues su electorado más nacionalista ha visto siempre con malos ojos la entente con los populares.

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Convergència tiene una situación difícil, pues en esta campaña se ve obligada a jugar dos cartas contradictorias: el cambio (en versión de recambio generacional) y la estabilidad. Ayer mismo, Mas -que en sus comparecencias públicas rehúye declararse partidario de reformar la Constitución- se esforzó en subrayar la línea continuista de su proyecto y en poner de relieve que, a su juicio, un Gobierno de izquierdas no garantiza ni el progreso ni la estabilidad en Cataluña. Mas quiso aplacar temores patronales sobre la radicalización de su discurso nacionalista ante un pacto con ERC.

ERC se convierte en objeto de deseo también para Pasqual Maragall, quien en esta campaña predicará el cambio, el fin del pujolismo. El líder socialista ha reiterado que si gana los comicios no esperará a los resultados de las generales de marzo para establecer sus alianzas. Si las catalanas son un primer peldaño de los socialistas hacia La Moncloa, sectores del PSOE ven con preocupación una eventual alianza de gobierno PSC-ERC, probablemente ineludible.

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