El tirón del consumo dispara al 7,2% el crecimiento económico de EE UU
Los bajos tipos de interés, la depreciación del dólar y los recortes fiscales impulsan el gasto
La economía estadounidense echa humo. El Departamento de Comercio anunció ayer un crecimiento del 7,2% en el tercer trimestre de este año. Se esperaba una cifra elevada, pero los cálculos más optimistas de todos los expertos no se habían atrevido a aventurar más allá del 6%. Se trata del mayor salto en el crecimiento de la economía de EEUU en casi 20 años. Fue el gasto de los consumidores, del que dependen las dos terceras partes de la economía, el que disparó el crecimiento, impulsado por los bajos tipos de interés, la caída del dólar y la rebaja de impuestos.
El dato superó todos los pronósticos y duplicó con creces el 3,3% de crecimiento del segundo trimestre. Según los datos ofrecidos, por primera vez el PIB (producto interior bruto) de EE UU superó los 11 billones de dólares. La economía estadounidense no conocía un trimestre de expansión tan fuerte desde 1984. "Está realmente recuperándose", dijo John Snow, secretario de Economía, en el Comité de Banca del Senado, añadiendo que el incremento en las inversiones empresariales permite anticipar que habrá creación de empleo.
El gasto de los consumidores, del que dependen las dos terceras partes de la actividad económica, fue, una vez más, la locomotora del crecimiento. Los estadounidenses se encontraron en el verano con dinero fresco en el bolsillo, en buena medida procedente de los recortes fiscales aplicados en primavera y que entraron en vigor a partir del 1 de julio.
Con los cheques de la tercera oleada de reducciones fiscales por un valor total de 26.000 millones de dólares como bandera, los consumidores se lanzaron a un ritmo de gasto (un 6,6% más, casi doble que en los meses anteriores) como no se conocía desde 1997, en los tiempos de las vacas gordas. Y lo que compran no son tonterías: se ha registrado un incremento del 26,9% en la adquisición de bienes duraderos, desde grandes electrodomésticos hasta automóviles. El índice de confianza del consumidor, que había titubeado en septiembre, creció en octubre el 4,1%.
Aumenta la inversión
Pero el consumo no es lo único que se mueve. Los empresarios invierten por primera vez desde la crisis tecnológica a principios de 2000. Los gastos relacionados con equipamiento e informática crecieron un 15,4%, mientras la inversión total experimentó un incremento del 11,1%. Los almacenes se vacían, los bajos tipos de interés mantienen y aumentan el ya elevado nivel de demanda de viviendas (con un salto del 20,4%, como no se conocía desde hace siete años) y el abaratamiento del dólar espolea las exportaciones (que crecen, en el capítulo de bienes y servicios, un 9,3%, frente a un insignificante 0,1% de aumento de las importaciones). Son dos de las grandes novedades que han provocado el fuerte tirón de la economía y que abren buenas expectativas.
¿Va a mantenerse este ritmo en los próximos trimestres? No es fácil que alcance el 7,2% anunciado ayer, entre otras cosas porque los beneficios fiscales tienen un efecto limitado. Pero desde ayer mismo empezaron a modificarse al alza las previsiones para el cuarto trimestre, que estaban en torno a un incremento del 3,8%. Una de las razones de esta revisión se desprende del dato ofrecido por el Departamento de Comercio sobre el agotamiento de los inventarios, que han visto en el tercer trimestre del año una rebaja de bienes acumulados por valor de 35.800 millones de dólares. Eso quiere decir que hay que producir más, sobre todo en vísperas de la gran temporada de compras que se avecina, una temporada que, si las cosas van bien, empieza a levantar el vuelo a partir de hoy, Halloween, tiene un primer termómetro el 11 de noviembre (Día de los Veteranos, festivo y grandes rebajas), se consolida la semana de Acción de Gracias, a finales de noviembre, y emprende después la recta final hasta Navidad.
Si hay que producir más para recuperar las existencias y abordar la temporada de compras con los almacenes en forma, las empresas deberían empezar a contratar en serio y, después de casi tres años de destrucción de empleo, deberían empezar a crearse puestos de trabajo. En las últimas cifras de Trabajo, correspondientes a septiembre, se interrumpió la tendencia de los siete meses anteriores y se crearon 57.000 empleos, pero el porcentaje de desempleados se mantuvo en el 6,1%. Habrá que esperar al 7 de noviembre para saber si repercute en el mercado laboral, pero en la última semana hubo 5.000 solicitudes menos, lo que anticipa un buen dato.
Eso es lo que está esperando desesperadamente la Casa Blanca, que ayer recibió el gran regalo del dato de crecimiento cuando más lo necesitaba. Las elecciones se celebran dentro de un año, y si la economía va bien, el presidente Bush -que ha visto cómo se destruían 2,6 millones de empleos desde que llegó a la Casa Blanca- puede compensar el fuerte deterioro en los índices de popularidad que sufre, debido a la situación de la posguerra en Irak y a las incertidumbres de la recuperación. "Los datos son otra señal que indica que la estrategia del presidente de relanzar la economía recortando los impuestos está funcionando", dijo Scott McClellan, portavoz de Bush.
Desconfianza del mercado
El índice Dow Jones interpretó los datos de crecimiento de ayer como siempre hace: con la vista puesta en las segundas y terceras lecturas. La primera reacción de los mercados -acciones y bonos- fue la de perder varios puntos, aunque luego el Dow Jones se recuperó. En concreto, los inversores, que ya esperaban el incremento (aunque no tan fuerte) tienen aún dudas sobre la consistencia de la recuperación, porque saben que un salto en el crecimiento que se debe en buena medida a la zanahoria de los recortes fiscales no garantiza una recuperación económica sólida. Lo que más les interesa no es lo que pasó en el tercer trimestre, sino lo que ocurrirá en los tres próximos trimestres y cómo evolucionarán los beneficios de las empresas.
Por otra parte, está latente el riesgo de que la Reserva Federal (banco central de EE UU) pueda inquietarse por el ritmo del crecimiento y aumentar los tipos de interés para anticipar riesgos de inflación. En su reunión del pasado martes, Alan Greenspan y los gobernadores de la Reserva decidieron mantener los tipos en el 1%, su nivel más bajo desde 1958, y expresaron su intención de dejarlos así "durante un periodo de tiempo considerable". En principio, el crecimiento del cuarto trimestre no debería mantener el espectacular índice anunciado ayer para el tercero. Pero si hay señales de lo contrario y se desata la euforia, Greenspan puede decidir que ha llegado el momento de cambiar la gorra de maquinista por el casco de bombero.
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