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EL PRESUPUESTO DE LA GENERALITAT
Columna
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Más cerca de la realidad

El consejero de Economía subrayó el pasado viernes, tras la aprobación por el Consell de los presupuestos de la Generalitat para 2004, el carácter continuista de los mismos respecto de la gestión seguida por los gobiernos de Eduardo Zaplana. Gerardo Camps dijo que "no tendría sentido cambiar políticas que han dado buenos resultados". Una afirmación que, a la vista de las cuentas presentadas el miércoles en las Cortes, atendía más a las exigencias internas del PP de halagar de forma sistemática la labor llevada a cabo por el ministro de Trabajo que a la realidad. Baste comparar el incremento presupuestario (7,9%) con el de las inversiones totales: 4,4% que, descontado el incremento del IPC previsto del 2%, queda en un 2,4% en el mejor de los supuestos. Apenas nada.

Por contra, el gasto de las empresas públicas se dispara llegando, en el caso de las sociedades que promueven proyectos temáticos, hasta el 211%; el capítulo de gastos de funcionamiento y compra de bienes crece un 28,7% y la consejería de Sanidad, un 13,1%. Tres indicadores que revelan la magnitud de la herencia recibida y la voluntad de afrontarla con un cierto realismo, aflorando unas deudas que permanecían enmascaradas gracias a la ingeniería financiera o a la práctica, menos sutil, pero igual de eficaz, de ocultar facturas en un cajón. Estos primeros presupuestos del presidente Camps, en definitiva, son un primer paso en busca de la estabilidad financiera.

De otra parte, en tanto que las cuentas públicas no son más que la concreción económica de un programa político, resulta fácil constatar un cambio en las prioridades dentro del proyecto ideológico del PP. Parece claro que se huye de los megaproyectos que caracterizaron la etapa Zaplana (concluir los que están en marcha o proyectados no será poca cosa) y se apuesta por aspectos más concretos, más modestos y menos virtuales. Más cerca de la realidad y, en consecuencia, más alejados de la fantasía.

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