_
_
_
_
_

Moda de Occidente, ritos de Oriente

Con su abrigo corto de rombos blancos y rojos, sus zapatos de alta aguja y su pequeño bolso negro de Dior, Ashma Asad componía junto a su esposo, el presidente sirio, enfundado en un ligero traje beige, una imagen decididamente pop y occidental. Todo resulta armonioso con la vigente moda formal en esta joven pareja de antiguos estudiantes en el Reino Unido que se entienden perfectamente en inglés con los Reyes.

La calle puso, entre tanto, el contrapunto oriental de una abigarrada escena en la que no faltaron los contraluces característicos de la Damasco recoleta ni la solemne arquitectura y los aromas embriagadores de una ciudad imprescindible para la historia del mundo árabe y de las relaciones entre Europa y Asia. Fueron las masas las que con sus manifestaciones enfervorizadas de adhesión al líder, marcaron las verdaderas distancias entre las dos culturas y ritos políticos representados, respectivamente, por los Reyes Juan Carlos y Sofíay el presidente Bachar el Asad y su esposa, Ashma.

Todo culminó en el bazar de las especias, donde los reyes y sus anfitriones llegaron a pie tras visitar la Gran Mezquita Omeya, el principal templo islámico de Damasco, que es también objeto de devoción para los cristianos porque, según la tradición, conserva en una urna la cabeza de San Juan Bautista.

Aplausos y vítores comenzaron a sonar en cuanto los líderes reaparecieron en la puerta que mira hacia el bazar y las ruinas romanas que lo enmarcan. Media hora después, cuando el incienso y la canela el clavo o el pimentón habían conquistado las pituitarias, el entusiasmo rompió todas las medidas habituales de seguridad y los Reyes caminaron apretujados entre una muchedumbre que se abría paso a empujones y corría para corear: "Con el espíritu, el corazón y la mano, estamos contigo, El Asad".

Amnistía Internacional sigue denunciado que, después de la llegada al poder de el Asad, "los sirios continúan privados de sus derechos civiles y políticos", que muchos exiliados que volvieron han sido detenidos y vueltos a expulsar y que las cárceles siguen guardando "cientos de sirios, palestinos y otros presos políticos".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_