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Cierres dulces

Las azucareras tratan de reconvertir sus plantas

El grupo azucarero Ebro Puleva sigue con su plan de ajuste. La campaña remolachera en las provincias del Duero acaba de iniciarse con el cierre de otras dos plantas, las de Monzón (Palencia) y Benavente (Zamora), mientras, por el momento, mantiene abierta la de Ciudad Real. Son ya 11 las plantas de producción cerradas por el grupo en la última década en todas las zonas remolacheras. El objetivo, dice la compañía, es lograr una mayor competitividad.

En 1992 funcionaban en España un total de 22 plantas azucareras para un cuota de producción asignada por Bruselas de un millón de toneladas. Una década después, la cuota, lejos de subir a los niveles del consumo interior -1,2 millones de toneladas-, se ha rebajado a unas 980.000 toneladas, lo que supone menores posibilidades de trabajo para cada planta.

Los últimos dos cierres en Castilla y León se han compensado con una inversión de 57 millones de euros en la mejora de las plantas

De acuerdo con este panorama, el grupo mantiene una permanente política de ajuste en la producción, lo que en unos casos supone el cierre de las plantas y, en otros -consecuencia a veces de presiones políticas-, la transformación de las plantas para otros objetivos o la inversión en nuevas actividades. Por esta razón, los cierres de plantas en el azúcar han sido generalmente cerrojazos dulces ausentes de conflictividad.

Esta política de cierres se concretó en los últimos años en las plantas de Venta de Baños en Palencia (Salamanca) Veguellina (León) y Jédula (Cádiz). A esta campaña, tras unas largas negociaciones con sindicatos y la Junta de Castilla y León, se han sumado los cierres de las plantas de Monzón, con una producción de sólo 37.000 toneladas de azúcar en la última campaña, y Benavente, con 48.000 toneladas.

Estos cierres, bajo la presión de las cajas de Castilla y León -son accionistas del grupo-, han estado acompañados en algunos casos de inversiones complementarias para evitar la pérdida de tejido industrial en la zona. En el caso de Salamanca, la clausura se compensó con la construcción de una planta para la obtención de biocarburantes. Los últimos dos cierres en esa comunidad autómoma se han compensado con una inversion de 57 millones de euros en la mejora del resto de las plantas. En el caso de Monzón, las instalaciones se destinarán a la puesta en marcha de una alcoholera, así como de una planta de cogeneración. La de Benavente se convertirá en un centro logístico y para el empaquetado del azúcar. Este cambio en el uso de las dos plantas supondrá una inversión de 24 millones de euros, a los que se suman otros 30 millones para ubicar una maltería en la planta de Monzón.

La política de ajustes no es única de España. En la UE existe la misma necesidad de lograr un sector más eficiente, desde el campo a las industrias, para lograr una mayor competitividad ante los procesos de apertura de mercados que se avecina para el azúcar.

En el conjunto de la Unión Europea, en la última década se ha pasado de 135 a 117 plantas azucareras, con una media de producción de azúcar por fábrica de 105.000 toneladas. En el caso de España, gracias a la política de ajustes, se ha pasado de una media de producción de 75.000 a casi 100.000 toneladas frente a las 48.000 de Benavente, 37.000 de Monzón o las 35.000 de Ciudad Real. Con esas 100.000 toneladas por planta, se considera que mejoran las posibilidades para competir en igualdad con el resto de la UE.

En esta línea para lograr una mayor competitividad destaca igualmente el esfuerzo realizado por industrias y agricultores para aumentar los rendimientos por hectárea mejorando técnicas de cultivo y utilizando semillas monogermen. Los resultados de ese trabajo en campo ha sido la obtención en las zonas norte y centro de casi 10.000 kilos de azúcar como media por hectárea, frente a los menos de 9.000 kilos que se obtienen en el conjunto de la Unión Europea.

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