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Columna
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Insta Carrillo

Insta Carrillo a una reedición del frente popular, para pararle tantas milagrerías a una derecha de alto horno y bajo escrúpulo, cuando esa derecha se ha embolsado hasta lo popular, y el frente se lo monta a las puertas de Bruselas: el pretendido trasvase es lo más parecido a una reedición de la batalla del Ebro. Insta Carrillo a una regeneración política, ideológica y ética de la izquierda, cuando esa izquierda perdió en la Moncloa a Marx, Lenin, Pablo Iglesias, principios y hasta peluca. Insta Carrillo a cumplir los deberes que se dejaron de cumplir en los descampados de la transición, para reconciliarse haciendo manitas con las mariposas mortuorias del franquismo. Insta Carrillo al golpe de pecho a quienes han renunciado a transformar la sociedad y a cuantos han merodeado, con más o menos fortuna, pero con mucho morro, por los alrededores del capital inmobiliario y financiero. Insta Carrillo a devolverle al poder político al pueblo soberano, que es una instancia de entrada constitucional, aunque probablemente a Aznar no se le antoje nada patriótica. Insta, insta Carrillo, en la presentación de la revista Izquierda y futuro, en la sede universitaria de Alicante. El cronista siente ternura por el veterano y errante ex secretario general del PCE, ya metido en años, en cigarrillos y en lo que mejor ha hecho en su vida: en juegos de camuflaje. Y recuerda el cronista aquella paella que se comieron en la Casa de Campo, mano a mano, cuando lo de la fiesta del partido, y cómo Santiago Carrillo, en un lapsus, estando como estaba solo, defenestrado y con el pie de las vacaciones en China, le preguntó evangélicamente: "¿Tú también?".

¿Frente popular? ¿No es lo que están haciendo todas esas "diversas derechas" unidas, aunque a diferente piñón, a las que aludía el viejo dirigente, para apabullar a la Unión Europea, a la hora de solicitar la financiación del PHN? Porque el PP valenciano aprueba una proposición en ese orden o desorden, cuando aún el ejecutivo presidido por Aznar, no ha movido un dedo. Cada quien va a lo suyo, y lo que cuenta es el efecto sufragio. Además, no es de recibo que un Aznar que pierde peso internacional y está tocando fondo, sea tan arrogante e insensato que proclame que "el trasvase del Ebro previsto en el Plan Hidrológico Nacional se realizará con o sin fondos europeos". Pero, ¿cuándo? Si continúa diciendo simplezas tan abultadas, el cronista se teme que, con el tiempo, a José María Aznar no le reserven ni plaza de ujier en el Consejo Europeo. Pero lo cierto y lamentable, aunque estaba cantado, es que Margot Wallström, la comisaria de Medio Ambiente, le dio con las puertas en las narices a los representantes de la Generalitat, en tanto escuchaba a los expertos, a los ecologistas y al Gobierno de Aragón. ¿Es ése el poder valenciano del que presumía Zaplana? Menos mal que Camps conoce el paño y pecha o pechará con lo que su antecesor en la presidencia no supo o no pudo, cada vez más distante y ajeno a lo que sólo fue su trampolín. Ciertamente, Carrillo lleva razón. O la izquierda busca un acuerdo, aunque sea de mínimos, o un PP, en su decadencia, lo que aún resulta más humillante, no le pondrá ni transporte electoral para llevarla a las urnas, bien sea por la gota fría, bien por las aguas del Delta.

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