Los anglicanos cierran sin cisma su crisis por los obispos gays
La Iglesia anglicana cerró ayer en falso pero sin cisma la crisis por el nombramiento de un obispo homosexual en la diócesis de New Hampshire (EEUU), de la Iglesia episcopaliana, y la santificación del matrimonio de dos hombres en New Westminster (Canadá). Los primados anglicanos condenaron con dureza ambos actos, pero acordaron no actuar de manera precipitada y darse un año para estudiar las consecuencias de dos actos que consideran que "ponen en peligro el futuro mismo de la Comunión" anglicana.
El documento supone una censura de las decisiones tomadas por su cuenta en EE UU y Canadá, expresa la "profunda pena e incertidumbre" que han provocado y advierte que estas acciones "amenazan la unidad de nuestra Comunión así como nuestras relaciones con otras partes de la Iglesia cristiana".
El comunicado fue aprobado por unanimidad, pero el primado de EEUU, Frank Griswold, matizó que su aquiescencia no mostraba tanto su acuerdo con el texto como su reconocimiento de que este refleja la opinión mayoritaria. "El comunicado habla en nombre de todo el cuerpo", explicó Griswold, que confirmó su intención de estar en New Hampshire el 2 de noviembre para la consagración del homosexual Gene Robinson como obispo.
El arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, que llegó al liderazgo anglicano con aura de aperturista, se ha visto obligado a forzar la marcha atrás del nombramiento de un obispo homosexual en el Reino Unido y parece ahora empeñado en mantener la unidad.
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