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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Merecido homenaje

El comienzo de esta película tan de estos días, y sin embargo tan intemporal, tan en urgente presente como dotada de una poderosa vida más allá de lo inmediato, presagia algo que luego no termina de cumplirse. Nuestra mirada acompaña a una troupe de actores, no de esos famosos sino de los que fatigan escenarios en pueblos y ciudades pequeños; para entendernos, de los que llegan justitos a fin de mes. Están preparando un montaje, el de la Comedia sin título, de García Lorca, y en el imaginario cinéfilo aparece una pronta referencia: nos parece estar ante algo parecido a Looking for Richard, la artera revisitación que hiciera Al Pacino del Ricardo III, de Shakespeare; a un metadiscurso, al montaje de la obra con la excusa de una disección más o menos erudita de la misma.

LOS ABAJO FIRMANTES

Dirección: Joaquín Oristrell. Intérpretes: Juan Diego Botto, Javier Cámara, María Botto, Elvira Mínguez. Género: comedia dramática. España, 2003. Duración: 90 minutos.

Pero la cosa es, al mismo tiempo, más simple y más compleja. Porque de lo que va Los abajo firmantes es de otra cosa: claro que viene bien la cita de Lorca, entre otras cosas, porque su comienzo permite un sólido enganche dramático, interesante para el trayecto narrativo. No van a representar para nosotros, no obstante, la Comedia... y sin embargo, lo que toda la película intentará construir es más que una obra de teatro: será reproducir el pulso afectivo de unos días, los de los primeros meses de 2003, vividos frenéticamente; la crónica, en la pantalla y más allá, del compromiso de los actores que se pusieron al frente de la profesión, y de la sociedad, para protestar por la guerra de Irak.

Construida con prisa, pero no con prisas, rodada en formato digital y con los propios intérpretes responsabilizándose colectivamente del guión junto a Oristrell, Los abajo firmantes se va haciendo ante su espectador con la aparente liviandad de una comedia backstage. Pero está pensada para más. Ante todo, para trazar el cuadro moral de una profesión sin la cual, lo sabemos los que amamos el espectáculo, y hasta cualquier ciudadano normal, no se puede vivir. De los actores lo aprendemos (casi) todo, con ellos nos identificamos, sufrimos, odiamos y secretamente deseamos; nos desdoblamos, a veces hasta el dolor, pero también hasta el goce. Y sin embargo, son como cualquiera de nosotros.

Como ocurre en sus mejores comedias (por ejemplo, en Novios, pero también en otras escritas para Manuel Gómez Pereira, como El amor perjudica seriamente la salud), Oristrell juega a rendir un homenaje cualquier cosa menos cándido o inocente. De ahí la forma de construir a sus cuatro personajes principales, un poco héroes, un poco villanos (más bien, villanitos); bastante inconscientes, arrojados, valientes. Con dobleces, con recovecos, con secretos que el espectador intuye, aunque en alguna ocasión no deje de sorprenderse (la ocupación del padre de María Botto, sin ir más lejos). Y también concediendo la ocasión de lucimiento para todos; y en algún caso, como en el de Cámara, construyendo lentamente la emocionante grandeza de un personaje que, la mayor parte del tiempo, resulta tan escurridizo, tan inseguro, tan miserable incluso.

Todo este homenaje a los actores no se mantendría en pie, no obstante, sin el talento de quienes encarnan a tan peculiares personajes. Son ellos, los dos Botto, Mínguez y Cámara (que nunca ha estado mejor que aquí, dicho sea con respeto a trabajos por los que ha sido unánimemente aplaudido) los que, desde la flaqueza de sus criaturas, las ayudan a sobreponerse, a crecer, a hacerse insustituibles. Y son ellos, en fin, los que se erigen en los brillantes, cualificados representantes de una profesión sencillamente imprescindible.

Elvira Mínguez y Juan Diego Botto, en el centro, en una imagen de <i>Los abajo firmantes.</i>
Elvira Mínguez y Juan Diego Botto, en el centro, en una imagen de Los abajo firmantes.

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