El gancho de Fernando Tejero

Se ha convertido en el actor revelación. A Fernando Tejero la gente le reconoce por la calle y, junto con la consabida palmadita en el hombro, le regalan frases que él suelta en algunas de las películas en las que ha trabajado, especialmente Días de fútbol -ha superado el millón cien mil espectadores y los cinco millones de euros de recaudación desde su estreno hace un mes-, donde interpreta al siempre positivo Serafín, uno de esos secundarios capaces de adueñarse de la cámara y arrancar la carcajada del espectador. Pero Tejero, que no acaba de entender qué es lo que ha pasado para que su vida dé ese giro, no parece dispuesto a bajar la guardia. "El actor es un corredor de fondo, que nunca acaba de estar suficientemente preparado", cuenta. Su rostro afilado, matizado por una finísima perilla, es conocido también por su papel en la serie televisiva Aquí no hay quien viva.

Y es que la carrera de este actor, de 34 años, no ha hecho más que empezar. En Córdoba, su ciudad natal, participó en alguna que otra representación teatral mientras trabajaba en la pescadería de su familia. "Cuando les decía que quería ser actor me miraban con cara de susto y me pedían que antes me pusiera a estudiar una carrera". Un buen día decidió quitarse el miedo de encima, saltarse la oposición familiar y marcharse a Madrid para estudiar arte dramático. Una canción de Joaquín Sabina -"No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca sucedió"- favoreció que tomara en última instancia la decisión que tanto le costaba. "Una vez que decidí marcharme, lo hice con todas las consecuencias; me matriculé en la escuela de Cristina Rota y me pagué mis estudios trabajando en la pescadería de un Champion", recuerda.

Cuatro años después de su aterrizaje en el madrileño barrio de Lavapiés, durante una representación de fin de curso, el actor Alberto San Juan, que también se formó en esa escuela, se fijó en un actor delgado que podía funcionar lo mismo para una comedia que para un drama y le ofreció un papel en Animalario, la compañía que comparte con actores como Guillermo Toledo. Fue precisamente en una de las representaciones que realizó con Animalario donde le descubrió el director de casting Luis San Narciso.

Tan nervioso como ingenioso, Tejero todavía parece revivir la tensión que le produjo ser seleccionado para representar un pequeño papel - el discapacitado que vigila los astilleros- en Los lunes al sol. "Empezar en el cine y con un director tan importante para mí como Fernando León me atacó los nervios, estaba permanentemente al borde de la lipotimia, hasta que Javier Bardem me explicó con mucha humildad que todos los actores se sienten inseguros y que las películas no dependen sólo de un intérprete, sino de un equipo". De Los lunes al sol pasó a Torremolinos 73, luego Cachorros, de Miguel Albaladejo, y finalmente Días de fútbol. Entre sus proyectos de futuro figura también un papel en la próxima película de Álex de la Iglesia.

Para llevar tan poco tiempo en el mundo del séptimo arte, Tejero ya ha trabajado con algunos de los mejores directores. "El cine español atraviesa un momento óptimo; tenemos una generación de actores y directores que están compitiendo a nivel internacional, pero no hay que dormirse en los laureles y seguir luchando para que el Gobierno apoye más a la industria". De Fernando León asegura que es uno de esos realizadores que tiene perfectamente calculado hasta el último plano -"todo nace de una meticulosidad que, al principio, puede parecer excesiva pero que luego se traduce en perfección"-. El método de David Serrano, debutante como director en Días de fútbol, era completamente distinto: "Nos daba la base del personaje y nos juntábamos con él para ir buscando registros. Hubo textos que desaparecieron del guión y secuencias de la película que salieron completamente improvisadas, y eso también es mágico".

Sobre su primera incursión en la pequeña pantalla como uno de los personajes de la serie de Antena 3 Aquí no hay quien viva, asegura que es fundamental para un actor que está empezando pasar por ese medio. "Se trabaja a una velocidad de vértigo: al plano, al plano, y eso da muchas tablas". Tanto que está rendido. El pasado martes venía de rodar nuevos capítulos desde las seis de la mañana y al día siguiente vuelta a madrugar, pero Tejero está dispuesto a compatibilizar las ofertas que le llegan con la serie. De su paso por el teatro, uno de los que más le satisfacen, asegura que es pura adrenalina. "Cuando se levanta el telón te olvidas de ti mismo y te transformas en Picasso si hace falta", argumenta. Tejero considera imprescindible también el paso por las escuelas de arte dramático. "Eso es como cuando te sacas el carné de conducir; el talento está dormido hasta que la escuela lo despierta, pero luego hay que seguir formándose porque la carrera del actor es como la del corredor de fondo. Nunca termina".

Pese a que no ha hecho más que empezar y que ya ha cosechado los primeros aplausos, ahora cuando Tejero vuelve a Córdoba le sorprende el cambio de actitud de sus padres. "Soy una estrellita para ellos y para mis hermanos, y me encanta".