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Reportaje:

Ser pobre en Barcelona

El 12% de los barceloneses se encuentra al borde de la exclusión social

Miquel Noguer

Nadie a simple viste la calificaría de pobre. Entrada en la cincuentena, con casi 30 años de profesión liberal a sus espaldas y con una vida desahogada hasta hace poco tiempo, B. H. nunca había pensado que formaría parte del grupo de 750.000 catalanes que viven sumidos en la pobreza. Separada, sin trabajo y a la espera de una pensión por invalidez que no acaba de llegar, a B. H. ya sólo le queda esperar una orden judicial para que abandone su luminoso piso de Gràcia. No tiene nada. Emplea estos días en malvender muebles, libros y hasta discos y en buscar una solución en el último momento para evitar el desahucio. En cinco semanas, seis como máximo, se encontrará en la calle sólo con lo puesto.

M. H. es el perfil del nuevo pobre de Barcelona, y no sabe a quién acudir. "No sabe la vergüenza que se pasa al quedarse sin dinero en un lugar como este", dice refiriéndose a los vecinos, en su mayoría acomodados, con los que todavía comparte escalera. "Todavía no sé lo que me viene encima y tampoco sé cómo lo voy a afrontar, nunca habría imaginado que esto podía pasarme a mí", explica.

El caso de esta mujer es una historia real que pone rostro a la problemática que ayer se debatió en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. El concejal de Bienestar Social del Ayuntamiento, Ricard Gomà, presentó ante diferentes asociaciones las líneas maestras que guiarán su departamento en los próximos cuatro años para combatir la pobreza que se expande por Barcelona, una nueva pobreza con rostros y formas que muchos no habrían imaginado hace 10 años.

Ricard Gomà avanzó algunos datos que dibujan el perfil del barcelonés que se encuentra en riesgo de exclusión social por falta de recursos económicos. "Se trata de una mujer de edad avanzada, que vive sola y que no recibe atención domiciliaria". Mujeres, y también hombres, que no ingresan más de 315 euros al mes, la mitad de la renta media por habitante.

La pobreza afecta al 50% de las mujeres viudas y al 33% de las personas separadas o divorciadas, sea cual sea su edad. De hecho, muchas de estas personas sólo ingresan el dinero de la renta mínima de inserción, que apenas alcanza los 300 euros.

Para luchar contra la pobreza "oculta" Gomà se comprometió ayer a trabajar con las organizaciones sociales y los técnicos municipales y aplicar un plan de asistencia domiciliaria que ayude a paliar las situaciones de mayor precariedad. Actualmente, sólo 6.400 ancianos tienen acceso a la asistencia domiciliaria. Gomà se comprometió ayer a extender este servicio a otras 14.000 personas como un primer paso para universalizar la atención domiciliaria con vistas a la próxima legislatura.

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Las personas que cuentan con asistencia domiciliaria reciben ahora la ayuda de una trabajadora social una media de 4,5 horas por semana, que en muchos casos es insuficiente debido a la gran precariedad económica y física del usuario. Son personas que deberían estar en una residencia, pero que tampoco encuentran una plaza a precio asequible. Son viejos y marginados. Y nadie parece verlos.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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