Aznarín cerca al moro
12 de Octubre. Gran desfile militar, banderas al viento del Imperio. El Príncipe, acompañado de Marianín el Ambiguo, pasea por los jardines de El Escorial. Se arrebatan mutuamente el comentario airado. A cuatro pasos de distancia, Arenín. Cartapacio bajo el brazo, el andaluz auténtico estudia los más mínimos gestos del jefe saliente y del entrante. Aguza el oído, tratando de averiguar qué rezongan entre jaculatorias y expletivos. Le parece entender al primero algo así como ... joputa, hacerle esto al Emperador. Sin duda se refiere al desplante de Zapatón el Bonito, no ponerse en pie en la tribuna cuando pasaba la bandera de las barras y estrellas.
-...seguro que está aliado con el moro- apostilla el gallego.
-¿Decían mis señores? -quiere meter baza el andaluz.
-No, nada. Que qué nos traes ahí. -El fiel escudero se arremanga y empieza a desatar las cintas del abultado cartapacio.
-Lo que me habían solicitado sus mercedes. Me he permitido denominarlo: "Puntual relación del cerco a los moriscos del Sur".
-¿Tanto? -Se sorprende el entrante, mirando el bulto y luego al saliente. Éste confirma con una mueca del bigote, acento circunflejo de satisfacción. Luego ordena:
-Procede. -Se aclara la garganta el andaluz verdadero y procede: Débitos pendientes: 500 mil millones de antiguos maravedíes por deudas históricas y cambalaches varios. Añádanse: 314 millones de nuevos escudos por castigo de Bruselas al no ejecutar el Ejecutivo en Andalucía las anteriores inversiones, al menos un 75%. Otros 273 por anticipo del 7% de fondos estructurales. 60 más por nuevas competencias de Justicia no valoradas. Apoyo a la nueva OCM del aceite y del algodón contra los agricultores andaluces. Ni un céntimo a los carruajes subterráneos de Sevilla, Málaga y Granada...
-Qué bárbaro -se alegra Marianín, mientras enciende un hermoso habano. -¿Y a qué se debe el principal?
-Al censo -responde el todavía Príncipe.
-¿Y por qué no se les reconoce?
-Porque... no se nos da en real gana -aclara, chistoso, el buen andaluz, provocando fuertes risas en el saliente y el entrante.
-Prosigue -le indica el gallego, cuando calma una tos, humor y humo.
-Oye, perdona, pero aquí todavía mando yo -precisa el castellano.
-Disculpa, hombre. Era por el entrenamiento.
-Vale -acepta Aznarín. Y al otro: Prosigue, pues.
-Capítulo de insultos: sobre vagos, agora maleantes, según es la cantidad de asesinos que andan por allí sueltos, amén de alcaldes mafiosos y constructores desalmados...
-¿Pero acaso allí la policía no es nuestra y la justicia de los jueces? -pregunta el entrante.
-Claro, hombre. Pero eso los moriscos lo ignoran. Y todavía no sabes lo mejor: mi amigo Blair les acaba de mandar otro pepino de espanto que dicen submarino nuclear... -Nueva salva de risotadas pone en fuga a los mirlos. Niebla espesa se levanta por el Valle de los Caídos.
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