Los siameses egipcios siguen en situación crítica tras la separación
Los niños, en coma inducido, responden bien a la medicación
Ahmed y Mohamed Ibrahim, los siameses egipcios de dos años que estaban unidos por el cráneo y que el domingo fueron separados con éxito, pasaron ayer en situación estable sus primeras horas de vida independiente. "Han tenido una muy buena noche", dijo ayer Jim Thomas, jefe de cuidados intensivos del Centro Médico Infantil de Dallas (Texas), donde los niños fueron intervenidos durante 34 horas, 26 de las cuales se utilizaron para separarlos y el resto para reconstruir parte de sus cabezas.
Según Thomas, ambos "permanecen en buen estado" gracias a que "no hubo problemas importantes" durante la noche. Sin embargo, recordó que están en situación "crítica, pero estable", y sometidos a un coma inducido médicamente como medida preventiva para evitar una posible inflamación cerebral.
Los hermanos responden bien a la medicación, pero aún es pronto para manifestarse abiertamente optimistas. Sobre los posibles problemas neurológicos que los niños pueden afrontar, el neurocirujano Dale Swift señaló que "es pronto para saberlo".
Añadió que la presión sanguínea de ambos se ha mantenido estable en todo momento y que sus funciones renales son "perfectas". Las principales inquietudes ahora son la posibilidad de un derrame cerebral y de una infección, la marcha de la cicatrización de las heridas, y las posibles lesiones cerebrales a medio y largo plazo. Los niños deberán afrontar, además, años de cirugía plástica para poder recomponer por completo sus cráneos.
Cuando lograron separarlos la emoción se desbordó entre familiares y personal médico. El doctor egipcio Naser Abdel Al, jefe de cirugía neonatal del hospital de El Cairo, explicó cómo fueron los momentos, que compartió con los padres de Ahmed y Mohamed. "Cuando alguien vino y dijo: 'Tenemos dos niños', el padre saltó encima de mí, me abrazó y se desmayó, por lo que tuve que atenderle". Luego me dijo que nunca había soñado con que llegara este momento", relató emocionado. La madre "rompió a llorar como todos los demás" que estaban allí.
La parte más delicada de la operación fue, según el neurocirujano Dale Swift, "separar el hemisferio izquierdo". "Nunca se pensó que fuera tan difícil hacerlo", dijo. "Cuando dentro de una semana despierten, si mueven los brazos y las piernas estaré verdaderamente contento".
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