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Renacimiento publica los célebres 'Diarios' de Samuel Pepys

Los Diarios de Samuel Pepys, alto cargo de la Armada británica y miembro del Parlamento abarcan de 1660 a 1669 y recrean la peste que azotó Londres durante varios años y el incendio que asoló la ciudad durante días, y han sido publicados por Renacimiento como inauguración de una Biblioteca de la Memoria. Se trata de la primera vez que los Diarios se publican en España, ya que con anterioridad sólo existía una selección muy breve en la colección Austral, de poco más de 100 páginas.

La lectura de estos diarios, muy sinceros, por haber sido redactados en una clave que era mezcla de inglés, francés y español y porque su autor no pensó en su publicación, revelan que Samuel Pepys era un hombre inteligente, estudioso, muy ambicioso, amante de las mujeres y del dinero, que se recreaba en sus debilidades. Si no hubiera dispuesto de ese sistema de escritura en clave, seguramente Pepys hubiera contenido su sinceridad evitando estampar nombres y sucesos que, de ser conocidos por sus contemporáneos, podrían haberle costado la carrera o la vida, ya que también refiere debilidades de las personas más influyentes de su época, incluidas las preferencias del rey por una u otra dama.

Pepys vivió en Londres entre 1633 y 1703 y, pese a ser el hijo de un modesto sastre, su parentesco con Sir Edward Montagu le permitió situarse en un puesto oficial desde el cual emprender una carrera de funcionario que terminaría colmándole de honores. Muy trabajador, siempre centrado en su labor funcionarial, Pepys conoció la coquetería, y dejó constancia de sus visitas al sastre y del precio u ornamentación de sus cinturones, y se interesó por todas las manifestaciones culturales de su época, como la música, la pintura, la literatura y el teatro, además de dominar varias lenguas vivas y muertas.

Vida íntima e intrigas

Miembro de la corte durante años, las observaciones de Pepys revelan la vida íntima de Carlos II, las costumbres pintorescas y licenciosas de la corte, las intrigas de los palaciegos, y el detalle de los menús de la época, ya que fue un gran aficionado al vino y a la buena mesa. Su cotidianidad le lleva a mezclar los nombres de Shakespeare y Cromwell con los de un librero, un posadero o una prostituta, y todavía más: Como Shakespeare no había alcanzado la categoría de mito nacional que le concedió el siglo XVIII, Pepys no duda en dejar constancia de su aburrimiento ante una representación de Noche de los Reyes o en calificar de "insípida y ridícula" una obra como Sueño de una noche de verano.

Pero Pepys no se limita a Inglaterra, también ofrece la visión que en su época había de la decadente España: "Shere me habló largo y tendido de España. Me contó cómo allí cortejan a las mujeres, dándoles serenatas y cómo los enamorados se encuentran en misa. Nunca un baile en la corte, una recepción por la noche. Parece un claustro; nada se mueve".

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