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Reportaje:

Herencias que pesan

Limpiar de residuos los suelos del cauce del Turia y la avenida de Francia cuesta 35 millones y retirar 416.600 toneladas de tierra

Sara Velert

La máxima de quien contamina, paga, no vale para los suelos que durante décadas acumularon metales pesados e hidrocarburos de las industrias en la zona de Valencia que hoy acoge la avenida de Francia y el cercano antiguo cauce del Turia. A las empresas que dejaron su peligrosa huella en la tierra, especialmente la química Cros, no se les ha podido exigir el coste de la limpieza. Desaparecieron hace años y vertieron al cauce o enterraron sus residuos a las puertas de las fábricas cuando la legislación medioambiental ni existía. Pero los residuos se quedaron cuando las empresas cesaran su actividad y siguen ahí. La tarea de eliminarlos comenzó con el desarrollo urbanístico de la avenida de Francia, continuó en el cauce del Turia, y se amplía ahora a nuevas zonas para llegar hasta la desembocadura del río, según anunció esta semana la Consejería de Territorio y Vivienda, que dirige Rafael Blasco.

La contaminación de estos suelos es principalmente de metales pesados e hidrocarburos, procedentes de los procesos de fabricación de fertilizantes de Cros, cuyas naves tienen ahora valor arqueológico. La cocción de piritas para conseguir ácido sulfúrico dejaba como subproducto el polvo cotrel, compuesto entre otros por plomo, cadmio y arsénico, y éste se esparcía por la zona y se vertía al agua. Son residuos peligrosos y suponen un riesgo para la salud. "Es la misma contaminación que la de la balsa que se rompió en Aznarcóllar" y afectó a Doñana, señala Francisco Segura, jefe de área de Calidad Ambiental en la consejería.

El primer inventario de suelos contaminados de España se redactó en 1991 y sólo en 1994 se elaboró el actual plan de recuperación de estos espacios, que incluyó los terrenos del distrito de Camins del Grao, donde se asentaban Cros y otras industrias químicas. La Consejería de Medio Ambiente elaboró por ello en 1997 un estudio sobre la zona. Tras incluir la Ley de Residuos de 1998 un capítulo sobre los suelos contaminados, se exigió a los promotores de la urbanización de la avenida de Francia que pagaran la limpieza de sus parcelas.

Mientras, el coste de la descontaminación de los terrenos públicos de la mencionada avenida -como la parcela de Cros- y el Jardín del Turia -en el tramo entre la Ciudad de las Artes y las Ciencias y el puente del ferrocarril- se ha financiando con dinero público, del Ayuntamiento de Valencia, la Generalitat y en un 80% con fondos europeos. El coste privado y público para remover 230.000 toneladas de suelos contaminados en una superficie que supera los 170.000 metros cuadrados asciende a 20 millones de euros, en una primera fase que concluirá en noviembre.

Comenzará entonces una segunda limpieza, que se centrará en el cauce del Turia entre el puente del ferrocarril Valencia-Tarragona y la desembocadura, y que costará al menos otros 14,5 millones de euros financiados por Europa, la Generalitat, el Ayuntamiento y el Puerto de Valencia. El método de trabajo para descontaminar los suelos es básicamente el mismo empleado hasta ahora, explica Francisco Segura: tras las analíticas que determinan el grado de contaminación -para el que se recurre a la legislación holandesa y americana, al carecer la Unión Europea de reglamento propio-, se extrae la tierra para tratarla. Si la contaminación no resulta elevada, se traslada a un vertedero de L'Alcora. Cuando la carga de metales pesados es alta, la tierra se considera como un residuo peligroso y se somete a un proceso de inertizacion al mezclarla con cal y cemento en la planta de una empresa de Vila-real, de forma que luego pueda volcarse en el vertedero, de la misma firma.

En la fase de limpieza casi concluida fueron 215.000 las toneladas de tierra con un grado menor de contaminación, frente a 15.000 de residuos peligrosos. Ahora, con el segundo plan, se espera por los resultados de las catas una mayor carga contaminante, unas 51.600 toneladas de residuos peligrosos, frente a 135.000 que no lo son tanto.

Este nuevo proyecto se subdivide en dos fases. La primera amplía los trabajos en el cauce y se desarrollará en 150.000 metros cuadrados entre el puente del ferrocarril y el Astilleros. En el último tramo, hasta la desembocadura del Turia pasando junto al barrio de Natzaret, varían las características. Además de los metales pesados (como cobre, cinc, plomo, mercurio), la carga de hidrocarburos es más alta, por la proximidad de depósitos de este elemento, y toda la contaminación se mezcla en los lodos sedimentados sobre el lecho del río, "deteriorando la calidad ambiental del cauce", dice el proyecto. Si bien los análisis indican que "el agua no está contaminada", el proyecto registra "elevados contenidos de materia orgánica y sulfuros", y restos fecales. Los vecinos de Natzaret se quejan desde hace años del mal olor de esta mezcla. Los lodos -cerca del puente de Astilleros tiene espesores de 1,2 metros cubiertos sólo por unos centímetros de agua- serán bombeados y dragados, y depositados en una zona que deberá ceder el Puerto de Valencia para el secado en un horno de los restos antes de su traslado a la planta de tratamiento y el vertedero.

Al final, acabadas las obras previsiblemente en 2005, la limpieza total de suelos habrá costado casi 35 millones de euros invertidos en la retirada de 416.600 toneladas de tierra contaminada que heredó la ciudad del desarrollo industrial.

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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