_
_
_
_
ASESINATO DE UN MILITAR ESPAÑOL EN BAGDAD

Los diplomáticos critican la nula protección que ofrece la policía iraquí

España enviará a cuatro agentes de los GEO para duplicar la seguridad de la Embajada

Jorge Marirrodriga

Las medidas de seguridad que rodean a los representantes españoles en Irak fueron criticadas ayer desde diversas partes, especialmente por fuentes diplomáticas, por la baja formación y la carencia de armas de los policías iraquíes que protegen el perímetro de seguridad de las instalaciones españolas en Bagdad. En la calle donde vivía José Antonio Bernal había tres policías de servicio, quienes admitieron desconocer que allí residía "un diplomático español".

Más información
Asesinado de un disparo en la cabeza un agente secreto español en Bagdad
La identidad de Bernal era conocida por los servicios secretos de Sadam Husein
El Gobierno considera "suficientes" las medidas de seguridad para el personal español en Irak
La policía iraquí asegura haber localizado a los asesinos del militar español

De hecho, esos tres agentes están en la zona porque en las cercanías se encuentra la Embajada de Sudán. Ninguno de los tres lleva armas ni tampoco ha recibido formación de ningún tipo. Uno de ellos ha vivido hasta hace poco en Kirkuk, a unos 200 kilómetros al norte de Bagdad, y se trasladó a la capital iraquí porque estaba en paro. Después de inmensas colas -y algún que otro soborno- obtuvo el empleo. Así, con un pantalón azul marino, una camisa celeste y un brazalete, se convirtió en uno de los 50.000 policías que hay en el Irak posterior a Sadam.

La situación no mejora mucho alrededor de la Embajada de España, radicada en el reputado barrio de Al Mansur. En la pequeña calle a la que da la puerta principal, varios bloques de cemento hacen de barrera tras la que, a la sombra, se apostan más de media docena de policías iraquíes sin armas. Tras ellos, varios iraquíes vestidos de paisano con una acreditación especial portan discretamente fusiles kalashnikov. Estos hombres no pertenecen a ningún cuerpo oficial, sino que son vigilantes privados contratados por España.

Ya en el interior de la Embajada, la seguridad queda en manos de cuatro policías pertenecientes al Grupo Especial de Operaciones (GEO). Se encargan especialmente de la seguridad del principal representante español en Irak, sea el encargado de negocios, Eduardo de Quesada, o, en su ausencia, el cónsul Pablo Rupérez. Esto significa que no pueden garantizar a la vez la seguridad de ambos diplomáticos. El Ministerio del Interior español tiene ya listo un equipo de cuatro geos para enviarlos a Bagdad a reforzar la Embajada en cuanto lo pida el Ministerio de Asuntos Exteriores. España ya se planteó hace un mes enviar a ocho agentes especiales a la capital iraquí, en lugar de los cuatro actuales, pero finalmente se desistió de ello al reforzarse los controles de seguridad en los accesos al edificio diplomático.

España tiene destacados a agentes de los GEO en las Embajadas en Argelia y Kuwait, además de en Irak. Normalmente, permanecen en sus destinos por un periodo de tres meses, transcurridos los cuales son relevados. Los agentes hacen tareas de escolta, para lo cual portan su arma corta reglamentaria (una automática de nueve milímetros parabellum y 16 tiros), y de vigilancia del interior del edificio de la embajada, para lo que disponen de armamento superior, según fuentes de Interior.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Petición a Bremer

Según fuentes diplomáticas, son los militares estadounidenses quienes dan permisos para portar armas a todos los policías iraquíes, incluyendo a los que vigilan la Embajada de España. Otras fuentes aseguraron que en repetidas ocasiones la legación española ha solicitado a los estadounidenses que doten de armamento disuasorio a los policías iraquíes de la entrada. Ayer mismo, Eduardo de Quesada pidió a Paul Bremer, el gobernador de facto de Irak, que dé una mayor protección a los diplomáticos y funcionarios españoles y que policías militares estadounidenses den protección, al menos temporal, a los edificios y al personal español en Bagdad. Bremer, en principio, se mostró de acuerdo.

Los estadounidenses también son los responsables del entrenamiento de los policías iraquíes que, en el mejor de los casos, apenas llega a las 72 horas. El hecho de que hace una semana cientos de iraquíes asaltaran una comisaría porque los nuevos policías les exigían sobornos da una idea de la formación de los agentes.

Por lo que respecta a la seguridad personal de los representantes españoles no protegidos, cada uno adopta medidas de autoprotección siguiendo criterios de prudencia. El hecho de que ningún policía supiera que Bernal vivía en la calle donde fue asesinado guarda relación con el esquema de "perfil bajo" que muchos occidentales residentes en Bagdad tratan de guardar. Bernal tenía contratado a una persona que residía en casa y que entre otras labores, probablemente, también se dedicaba a labores de seguridad, en una ciudad donde son frecuentes los asaltos a las viviendas. Esta persona se ausentó de la casa antes del atentado, pero hasta ahora no hay ningún indicio que la involucre en los hechos.

Según los portavoces militares estadounidenses, a diario se producen en Irak entre 15 y 20 incidentes armados en los que se ven involucradas las tropas internacionales o ciudadanos extranjeros. En la capital iraquí, numerosos hoteles y todas las instalaciones militares han sido rodeadas por muros de hormigón prefabricados levantados en cuestión de horas. Los cacheos se han convertido en moneda corriente y suele ser más efectivo para acceder a muchos edificios el parecer occidental que cualquier acreditación que se presente.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_