Una pareja poco creíble
Basada en una olvidada comedia, Los suegros, que dirigiera Arthur Hiller en 1979, Hasta que la muerte los separe es una de esas películas contemporáneas ante las que uno se hace la terrible pregunta: para qué se ha hecho esto. Las peripecias de un agente secreto, mitad negociante clandestino, mitad algo más, a quien le toca en suerte una familia política compuesta por un podólogo judío en las antípodas de su vida ajetreada y novelesca, es la excusa para intentar que funcione una pareja cómica del todo improbable, la formada por Michael Douglas y el veterano Albert Brooks.
Pasado de revoluciones
HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE
Dirección: Andrew Fleming. Intérpretes: Michael Douglas, Albert Brooks, Candice Bergen, Ryan Reynolds, Lindsay Sloane. Género: comedia, EE UU, 2003. Duración: 95 minutos.
Funcionar, la verdad, no lo hace. Un Douglas muy pasado de revoluciones, como si la desordenada vida de su personaje se le contagiara a su dicción y, sobre todo, al completo muestrario de sus muecas se las ve con un Brooks que tiene que capear el temporal a base de bromas sexistas -hay por ahí un malvado traficante de armas gay... y francés, como mandan los actuales códigos cinematográficos sobre la Bondad y la Maldad- y poco más. El resultado es una película penosa, por la cual asoma, lo que es saber envejecer bien, una Candice Bergen que le aporta brevísimos alientos de vida, tan breves como su personaje, pero nada más.
Una de esas películas sobre las que uno se interroga por qué personajes de primera fila como Michael Douglas aceptan meterse en ellas; pero es de temer que esa respuesta sólo la tengan el divo... y su asesor financiero.
Babelia
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