Irak empieza a funcionar
Seis meses después de la caída de Bagdad, los bancos y los colegios están en marcha y la venta de teléfonos móviles se dispara, pero reina la inseguridad
"Lo peor no fue la guerra, sino el caos que la siguió". Esta expresión es escuchada una y otra vez en boca de los iraquíes cuando se les pregunta por la situación del país seis meses después de la entrada del Ejército de EE UU en Bagdad y la huida del dictador iraquí, Sadam Husein. Las imágenes de la caída de la estatua de Sadam fueron rápidamente reemplazadas por los relatos de violencia incontrolada y absurda. Los tiroteos y exhibición de armas, unidos a las letales acciones contra las tropas de EE UU, el personal de Naciones Unidas y los iraquíes partidarios de colaborar con los estadounidenses, han marcado la imagen de Irak desde entonces. "A pesar de todas estas dificultades, el país avanza. Preferimos esto a Sadam", dice Alí Shaban, un profesional universitario que se gana la vida con trabajos de aquí para allá.
Seis meses después, las largas colas en las gasolineras de todo el país han sido sustituidas por las colas ante las entidades bancarias. Muchas sucursales fueron saqueadas durante la anarquía posbélica, pero las entidades más importantes, el Banco Al Rashid, el Banco del Éufrates y el Tigris, y el Banco Islámico funcionan normalmente, aceptando ingresos y ofreciendo préstamos, aunque el número de sucursales haya disminuido bastante. Cuando el próximo día 14 entren en circulación los nuevos billetes sin rostro, muchos saqueadores se encontrarán con que los millones de billetes rojos de 10.000 dinares (5 dólares) que aún tienen en su poder sólo servirán para alimentar las cocinas en invierno.
Los comercios en las ciudades han vuelto a abrir sus puertas, aunque sigue predominando el pequeño negocio que, más que productos de calidad, ofrece los de primera necesidad, en su inmensa mayoría procedentes de países vecinos. Todavía no se ven abiertos los grandes centros comerciales -muchos de ellos bombardeados por servir de escondite a las tropas de Sadam o estar ocupados ahora por los militares occidentales- y las tiendas de lujo son inexistentes a excepción de las de electrónica. Y es que en seis meses Irak se ha poblado de antenas parabólicas, ya que por apenas 350 euros es posible adquirir equipos de gran calidad. Los teléfonos vía satélite con tarjeta prepago están al alcance de casi toda la población y el anuncio de que en apenas dos meses ya funcionará una compañía de teléfonos móviles ha disparado su venta, aunque aún no tengan utilidad.
La reconstrucción del país es particularmente visible en el campo de la educación. De los 12.000 institutos en Irak, de los que una importante proporción resultó afectada, 1.000 ya han sido rehabilitados, incluyendo nuevos sistemas de aire acondicionado e instalaciones eléctricas. "Los arreglos exteriores marchan bien, ahora hay que mejorar el interior", señala el ministro iraquí de Cultura, Aladin Alwan. "Mi sueño es tener un sistema educativo con el que Irak vuelva a estar en cabeza de los países de la región en términos de calidad, igualdad para hombres y mujeres, y competitividad".
Hace seis meses, nadie resultaba detenido en Irak a no ser que resultara sorprendido in fraganti. A los autores de robos se les confinaba una noche en grandes recintos como estadios deportivos y por la mañana salían. Los autores de crímenes eran trasladados a Um Qasar, junto a la frontera con Kuwait, o a algunas bases militares. En la actualidad hay ocho prisiones funcionando, aunque todavía falta una de alta seguridad, ya que la de Abu Greb -uno de los centros de tortura con Sadam- ha quedado bajo control de EE UU, que custodia allí a altos cargos del antiguo régimen.
Unos 55.000 policías patrullan las calles del país, eso sí, pobremente entrenados y con unos modos que a veces recuerdan más a la antigua policía que a una moderna. Ya están en marcha 130 juzgados con unos 400 tribunales funcionando. Uno de los mayores problemas de la justicia en Irak radica en la propia legislación. Sin Parlamento que elabore uno, el Código Penal de Sadam es inaceptable por nadie que respete los derechos humanos, con lo que se está aplicando una mezcla de los códigos de 1969 y 1971 anulando los puntos contrarios a los derechos humanos.
La electricidad ha vuelto a la normalidad anterior a la guerra. Esto es, los cortes de luz pueden ser de seis horas, pero ya no prolongarse durante días. Prácticamente todas las viviendas se han dotado de generadores que palían estas deficiencias estructurales. La excepción es Basora, al sur del país, donde los problemas de suministro eléctrico se han ido agravando con el paso de los meses, contribuyendo a la degradación de la ciudad.
La seguridad es la gran asignatura pendiente. Sólo en Bagdad fallecen al día 30 personas por heridas de bala. Cualquier discusión banal puede terminar en un asesinato y nadie está dispuesto a entregar las armas mientras sus vecinos no hagan lo mismo. "Los americanos no han sido capaces de garantizar ni su propia seguridad", opina el jeque Hamid Rashid Maala Saedi, uno de los dirigentes del Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak. "¿Cómo van a garantizar entonces la nuestra?".
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