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El Gobierno francés reconoce que la economía está "en un contexto recesivo"

El primer ministro se compromete a buscar el consenso para reformar la ley de 35 horas

Las previsiones y la realidad no cuadran. Jean-Pierre Raffarin, el primer ministro francés, lo admitió ayer en Moscú al evocar "el contexto recesivo que atraviesa el país". El Ejecutivo francés claramente prevé que la economía registre hasta septiembre un segundo trimestre de crecimiento negativo, que, según el organismo público Caja de Depósitos y Consignaciones, cayó el 0,1%.Esto, técnicamente, es la recesión ya que serían dos trimestres seguidos con signo negativo. Francia será así el cuarto país de la UE en sufrirla junto a Alemania, Italia y Holanda.

Todos los indicadores macroeconómicos (consumo interior, exportaciones, poder adquisitivo, paro, inversión de las empresas, evolución del PIB...) están encendidos y de un rojo muy vivo. Hasta ahora, Raffarin se negaba a admitir la realidad de la recesión amparándose en su definición técnica (dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo del PIB), pero en la capital rusa aceptó, de manera implícita, lo que es un secreto a voces: que el tercer trimestre será casi tan nefasto como lo fue el segundo (cayó el 0,3%, según la oficina de estadística INSEE, que ha rebajado el crecimiento del primer trimestre del 0,3% al 0,1%) y que en el conjunto de los últimos 12 meses la economía nacional verá cómo disminuye su riqueza un 0,1%.

La repentina sinceridad de Raffarin viene forzada por la evidencia de los números: el indicador de la Caja de Depósitos, que adelanta una caída del 0,1% en el tercer trimestre, y las palabras del ministro de Economía, Francis Mer, que anunció ayer que el déficit a finales de agosto alcanzaba los 63.770 millones de euros; es decir, que había aumentado en un 33% en ocho meses. Las previsiones para 2003 cifraban dicho déficit en 55.000 millones, un 4% del PIB, por debajo del 4,5% alcanzado el 1 de septiembre.

Ese porcentaje hace más insostenible aún la situación de París ante Bruselas, que le reprocha su incumplimiento del Pacto de Estabilidad y le exige una reducción del déficit del orden de un punto para 2004 -París prometía hace pocas semanas reducirlo 0,7 puntos-, so pena de sanciones económicas. Mer pidió un año de gracia (hasta 2005) para ajustarse a la doctrina del Pacto y evitar una sanción, informa Sandro Pozzi. Para Pedro Solbes, comisario de Asuntos Económicos, el Presupuesto de Francia para 2004 no es aceptable y el empeño chiraquiano por reducir la presión del IRPF al tiempo que se aumentan las tasas no augura nada bueno.

Un chivo expiatorio

Para explicar el desastre económico que acompaña la gestión del ejecutivo Raffarin desde la primavera de 2002, el primer ministro y varios miembros de su equipo parecen haber encontrado el chivo expiatorio: la famosa semana laboral de 35 horas. Según Mer, "la reducción del tiempo de trabajo (RTT) le cuesta a Francia 10.000 millones anuales".

Para Alain Lambert, el titular de la cartera de Presupuesto, el coste es de 15.000 millones y, "sin la ley que las impone, Francia tendría un déficit inferior al 3%". El diputado conservador Hervé Novelli, que plantea derogar la ley que imponía las 35 horas, ha rebautizado la medida ideada por el Gobierno socialista de Lionel Jospin con la intención de "crear empleo" como un "evaporador de crecimiento".

Para Manuel Valls, actual diputado socialista y antiguo portavoz de Jospin, las críticas contra las 35 horas son "una grosera maniobra de diversión destinada a camuflar la ineficacia de la propia política". Valls admitió que la RTT se adoptó "sin que correspondiera a una auténtica demanda social", pero sostiene que "creó 300.000 empleos a un precio muy inferior a las magnitudes manejadas contradictoriamente por varios ministros".

Con buen criterio, el dirigente socialista recordó que "en noviembre de 2002 el actual Gobierno ya recortó el alcance de las 35 horas al aceptar el recurso a las horas extra reduciendo su coste", y que esto no ha servido para que sean muchos los que hayan vuelto a las 39 horas. Una encuesta publicada por una revista próxima a la patronal afirma que el 65% de los franceses quiere renunciar a la RTT a cambio de más salario, mientras que un 68% la critica porque "ha creado más desigualdades". Ese último punto es compartido por varios líderes del PS.

En cualquier caso, muchos son los economistas que no creen que la crisis francesa se deba a la RTT. Para Jean-Paul Fitoussi, presidente del Observatorio de la Actualidad Económica, la supresión de la RTT "penalizará doblemente a las empresas, pues las privará de la reducción de cargas sociales de que ahora se beneficiaban y las obligará a aumentar los salarios. Hoy, la solución del problema no pasa por aumentar la oferta, sino por estimular la demanda". Los sindicatos, como es obvio, estiman que "es suicida poner en cuestión la RTT cuando el paro ya casi alcanza el 10% de la población activa". En este tema nada está dicho aún. Ayer, Raffarin declaró que "el diálogo precederá a la decisión legislativa" en lo que se refiere a las modificaciones de la ley de las 35 horas de semana laboral, cuyo cambio apoya la patronal. Recordó que la revisión de esta ley es una "promesa" electoral.

Por otra parte, ayer, y en la víspera del 70º aniversario de Air France, la ministra de Ecología, Roselyn Bachelot, presentó su plan nacional de lucha contra el ruido, en el que se prevé la imposición de una tasa a las compañías aéreas que permitirá costear medidas de insonorización en unas 55.000 viviendas, donde viven 450.000 personas.

Jean-Pierre Raffarin (de frente), junto al presidente de Rusia, Vladímir Putin, ayer en Moscú.
Jean-Pierre Raffarin (de frente), junto al presidente de Rusia, Vladímir Putin, ayer en Moscú.EFE

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