Apóstol de la globalización
Con un claro propósito divulgador abordó Guillermo de la Dehesa hace dos años la tarea de esclarecimiento y difusión de las ventajas del proceso de globalización. A pesar del empeño puesto en aquel libro (Comprender la globalización), el autor lamenta que ese proceso siga convertido en "un arma arrojadiza, en el mejor de los casos y, en general, en una cabeza de turco a la que se le echa la culpa de todo aquello que no iba bien o de todo aquello que no se sabía por qué iba mal". A luchar contra esa percepción dirige este segundo libro, centrado en los dos ejes argumentales que se esgrimen como efectos adversos de la globalización: el aumento de la desigualdad y el de la pobreza.
Globalización, desigualdad y pobreza
Guillermo de la Dehesa
Alianza Editorial
ISBN 84-206-4320-3
Sostiene De la Dehesa que el binomio progreso tecnológico y economía de mercado es la principal fuente de prosperidad mundial: de crecimiento de la población, de aumento de la esperanza de vida y de la renta por habitante. Sobre esa base, la extensión de intercambios internacionales y de la creciente inversión internacional permitiría una asignación más eficiente de los recursos y una especialización de los países según sus ventajas comparativas.
Ahora bien, para que esa dinámica virtuosa genere sus favorables implicaciones sobre la reducción de la pobreza y de la desigualdad, es necesario que se den una serie de condiciones, no siempre fáciles de satisfacer. La primera es que los países ricos abandonen sus prácticas proteccionistas en numerosos sectores, el agrícola de forma particularmente escandalosa. La apertura a la emigración procedente de las economías menos favorecidas y la realización de mayores inversiones directas en las mismas procedentes de los ricos, completarían ese exigente conjunto de condiciones.
Habría que incorporar las enseñanzas derivadas de las no pocas ni livianas crisis financieras que han sufrido los países en desarrollo en esta segunda fase globalizadora. La literatura al respecto ya es pródiga en trabajos empíricos que aconsejan prudencia en los procesos de apertura, fundamentalmente en las liberalizaciones de los flujos de capital, al tiempo que ponen serios reparos a las terapias que los países más ricos, a través de las agencias multilaterales, han impuesto a los convalecientes de esas convulsiones financieras.
El premio Nobel J. Stiglitz es el más conocido de los críticos de los ritmos y políticas sugeridos o impuestos por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en los noventa. Llama la atención que en ese ejercicio de abogado defensor que ejerce Guillermo de la Dehesa no se tome como referencia, cuando menos, el best seller en el que se fundamentan la mayoría de los cargos contra la globalización. También conoce Guillermo de la Dehesa la obra de D. Rodrik, pero no se refiere a aquellos trabajos en los que plantea su conocido "trilema" de la economía mundial (Feasible globalizations): la incapacidad de satisfacer conjuntamente una intensa integración económica, el mantenimiento del EstadoNación y la democracia.
El propósito evangelizador habría quedado mejor satisfecho si en lugar de esas más de 200 referencias bibliográficas que amparan su discurso hubiera seleccionado de forma equilibrada los principales alegatos de una y otra parte. La tarea de abogado defensor, sintetizada y bien sistematizada en las conclusiones del libro habría aumentado en credibilidad y aumentado la, en todo caso, bien ganada utilidad de la lectura de su libro.
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