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Equilibrios en un estrecho sendero

Francesc de Carreras

Tras las últimas elecciones autonómicas se vaticinó que la estrechísima mayoría parlamentaria de CiU no le permitiría acabar la legislatura: aprisionada entre el PP y ERC, su margen de maniobra era, ciertamente, el mínimo imaginable.

Sin embargo, ahí está: ante previsibles dificultades parlamentarias siempre ha encontrado, de forma alternativa, el apoyo amigable del PP o de ERC. Ante la opinión pública, ante sus votantes e incluso ante muchos de sus militantes, su posición no ha sido cómoda ni brillante; parlamentariamente, en cambio, gracias a su habilidad y a la ineficacia de la oposición, ha disfrutado de una situación confortable. A pocas semanas de las próximas elecciones, nadie descarta que siga dirigiendo la Generalitat. Por el momento, todo un éxito.

Ahora bien, desde hace bastantes años, CiU está obligada a hacer difíciles equilibrios en un espacio muy reducido, su actividad discurre por un sendero cada vez más estrecho. Cualquier movimiento hacia un lado debe compensarse con otro en sentido contrario, todo gesto de amistad hacia el PP o hacia ERC debe equilibrarse con otro de enemistad. Y tanto en un caso como en otro, siempre demuestra su gran debilidad estructural: la contradictoria composición de su electorado.

Todo empezó en las primeras elecciones autonómicas, las de 1980. En las tres elecciones anteriores (las generales de 1977 y 1979, y las municipales de 1979), la izquierda (el PSC y el PSUC) había triunfado ampliamente en Cataluña ante un centro y una derecha divididas y sin credibilidad. Los poderes económicos catalanes se asustaron y emprendieron una feroz batalla para controlar, al menos, la Generalitat. El inquietante fantasma de una Cataluña roja comenzaba a alarmarles.

La campaña "antimarxista" de Fomento del Trabajo fue decisiva para contener la ola izquierdista. Su estrategia fue muy simple: dividir a la izquierda (el PSC era aceptado sólo en la medida en que descartara una alianza con el PSUC) y unificar a la derecha. Para esto último sólo tenían un instrumento que no acababa de gustarles, pero que aceptaron como mal menor: el partido, entonces relativamente pequeño, que lideraba Jordi Pujol. Sólo el populismo catalanista podía frenar lo que en el imaginario franquista era una amenazante marea roja. Aceptarían el nacionalismo a cambio de una política económica y social conservadora. Pujol, que entonces predicaba de forma oportunista un vago socialismo a la sueca, aceptó implícitamente el trato. Muchos electores nada catalanistas pero de derechas votaron, con la nariz tapada, al nacionalista y antifranquista Pujol. La poca visión estratégica de los socialistas permitió que se le entregara todo el poder. Y en la siguiente elección, en el año 1984, tras la disolución de UCD, Pujol alcanzó la mayoría absoluta al recibir el voto que antes había ido a parar al partido de Suárez. El electorado de CiU tenía dos componentes básicos: el nacionalista y el conservador.

El reinado absoluto de Pujol duró tres legislaturas consecutivas. A partir de 1993 dio apoyo parlamentario en Madrid a los socialistas. Lo pagó caro en las elecciones autonómicas siguientes, las de 1995: una parte de su voto conservador fue a parar al PP, que dobló el número de sus diputados. Para no seguir perdiendo voto por la derecha, Pujol se vio obligado a pactar con Aznar en 1996, cuando éste ocupó la presidencia del Gobierno. Entonces CiU empezó a sangrar por el otro costado, por el sector nacionalista, cuyo voto hasta entonces le había sido fiel: ERC, el PSC de Maragall en menor medida y, sobre todo, la abstención fueron sus claros beneficiarios. Estamos ya en 1999, al comienzo de la actual legislatura.

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CiU se dio cuenta entonces de que debía intentar recomponer su electorado primigenio, el de su gran época de mayorías absolutas, aun sabiendo que aquellos felices tiempos no se iban a repetir. Escoge para suceder a Pujol a un tipo pragmático, joven, conservador, más técnico que político, sin pasado catalanista y, aparentemente por lo menos, de la confianza de Pujol y de su entorno familiar; entorno familiar que, por cierto, a partir de la retirada forzada de Roca Junyent se ha convertido en el principal grupo de presión dentro de Convergència. ¿Podrá recuperar esta nueva CiU sin Jordi Pujol parte de los votos conservadores y nacionalistas que durante los 10 últimos años ha ido perdiendo por el camino?

Los viejos y esplendorosos tiempos no volverán, eso es seguro. CiU ya no discurre por la gran autopista de los años ochenta, sino por un estrecho camino de montaña. Con los votos perdidos, ERC y el PP se han ido recolocando. En realidad, se ha cumplido el pacto de 1980: CiU ha llevado a cabo políticas económicas y sociales conservadoras y ha ejercido de grupo de presión de los empresarios catalanes en Madrid; por su parte, los poderes económicos catalanes han permitido a Pujol desarrollar sus políticas nacionalistas identitarias. Todo según el guión previsto.

Pero en las elecciones votan los ciudadanos, no sólo las cúpulas políticas y económicas. El próximo 16 de noviembre, el elector tendrá en cuenta también otros factores. Por ejemplo, la ineficacia en la gestión de la Generalitat y el clientelismo con aroma de corrupción. Una de las dos cosas o ambas a la vez refleja el caso Eurobank, que tanto daño puede hacer a CiU en este último tramo electoral. Además, la demagogia electoralista de CiU se pone de relieve, por ejemplo, en la abstención en la votación de los Presupuestos Generales del Estado, en el apoyo al plan Ibarretxe, en la propuesta de reforma del Estatut sobre las inconsistentes bases de unos supuestos derechos históricos y en la fantasmagórica reaparición de la Declaración de Barcelona. Todo ello revela los nervios convergentes, su política de bandazos que no lleva a ninguna parte, su pérdida de credibilidad.

¿Adónde va Artur Mas? Aparentemente, sólo tiene un objetivo: conservar el gobierno de la Generalitat, sea como sea. Difícilmente, con este único objetivo, se pueden ganar unas elecciones.

Francesc de Carreras es catedrático de Derecho Constitucional de la UAB.

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