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Tribuna:LAS CUENTAS DEL ESTADO PARA 2004
Tribuna
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Equilibrio con déficit, una paradoja del Gobierno

El equilibrio contable se consigue cuando los ingresos son iguales a los gastos. Los PGE 2004 vulneran la teoría por tercer año consecutivo al presentarse como equilibrados cuando tienen un saldo negativo, como mínimo del 1,55% del PIB. El secreto consiste en traspasar partidas desde la parte que se ve hacia la que no se ve (préstamos que nunca se cobrarán). El continuo crecimiento de la deuda confirma este truco contable y, aunque su volumen en relación al PIB es soportable para la economía española, parece poco edificante que quien hace del equilibrio presupuestario la bandera de su gestión lo incumpla por sistema.

El déficit contable está acompañado de otros más importantes: uno productivo y otro demográfico. La economía española crece más que los países de nuestro entorno, pero con demasiada inflación y un excesivo saldo negativo con el exterior, reflejando las carencias de nuestro tejido productivo.

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Además, la amplia incorporación de inmigrantes ha reducido sensiblemente los costes laborales, una explicación del mejor comportamiento de la economía española en estos tiempos de crisis, probablemente de más influencia que la dogmática interpretación del equilibrio presupuestario publicitada por el Gobierno. En este punto, ampliar el potencial de crecimiento español obliga a transitar desde un modelo de competencia basado en el ajuste constante de los costes laborales hacia otro apoyado en la creación de valor añadido.

Este cambio sólo puede realizarse con más infraestructuras físicas, tecnológicas y humanas. En este sentido, la inversión en I + D no sólo es insuficiente, sino que además su componente pública se presenta de forma manipulada al incluir en su mayor parte procesos de fabricación lejanos a la investigación.

Evitar un problema demográfico a medio plazo es también un importante reto de la sociedad española. Sortear este grave déficit social y económico hace imprescindible aplicar de forma inmediata políticas de ayuda a las unidades familiares junto a una política de inmigración que busque la integración de los nuevos trabajadores. La suma de ambas ayudará a lograr una adecuada convivencia.

Con este fin, es imprescindible generalizar ayudas económicas suficientes por hijo a cargo, ofrecer servicios de guardería a precios razonables, crear nuevos servicios de dependencia para mayores y minusválidos y definir una política de vivienda alternativa que permita acceder a la misma a precios asequibles. La educación y los servicios de empleo son, adicionalmente, elementos claves para garantizar la igualdad de oportunidades entre los ciudadanos.

Todas las políticas mencionadas acumulan un deterioro considerable necesitando de un impulso del Gobierno de la nación, sin olvidar tampoco el de las comunidades autónomas de acuerdo a sus amplias competencias de gasto y potentes instrumentos de recaudación.

En definitiva, una política presupuestaria alejada de la propaganda y cercana a los intereses de la mayoría que obtenga los ingresos necesarios de manera más justa en la distribución de los esfuerzos. En esta materia, a falta de estadísticas patrimoniales fiables, hay signos que apuntan hacia un sesgo en la distribución de la renta a favor de grupos muy elitistas como suma del favorable tratamiento a las rentas del capital (el 0,72% de los declarantes al IRPF, 80.115 personas, concentran el 50% de las plusvalías declaradas) y un traspaso de la carga tributaria hacia los impuestos sobre el consumo (+1,5 del PIB desde 1996). Un sesgo regresivo reforzado con la promesa de abolir el impuesto de sucesiones.

Los retos de hoy son la calidad de vida del futuro. Las posiciones fundamentalistas y la propaganda engañosa no son la mejor fórmula para afrontarlos.

responsable del Gabinete Económico Confederal de CC OO.

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