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Reportaje:

La osteoporosis también es cosa de niños

La dolencia, típica de personas mayores, puede aparecer por ciertas enfermedades y tratamientos durante la infancia

La osteoporosis, o pérdida de masa ósea, es una enfermedad asociada a personas mayores y a mujeres en edad menopáusica. Sin embargo, y aunque no es habitual, también afecta de forma creciente a niños y adolescentes. La preocupación excesiva por no engordar, la nueva costumbre de los padres de dar a los niños leche desnatada en vez de entera, y el escaso ejercicio físico contribuyen a su incremento.

"La mejor manera de prevenir desde la infancia la disminución de la masa ósea es adoptar una serie de medidas higiénico-dietéticas: alimentación equilibrada y rica en calcio, práctica regular de ejercicio físico y ausencia de hábitos nocivos como el alcohol y el tabaco", destaca Antonio Picó, jefe de servicio de Endocrinología del hospital General de Alicante.

La preocupación por no engordar y la falta de ejercicio favorecen la patología ósea
La forma más rara puede llegar a provocar la muerte del recién nacido

Existen varios tipos de osteoporosis infantil, desde la más rara, que en el estadio más severo puede llegar a provocar la muerte del recién nacido, a la más prevalente, que aparece como consecuencia de trastornos nutricionales, renales u hormonales.

"En el hospital de La Paz disponemos de bastante experiencia en esta patología, que se manifiesta de distintas formas, y que varía en función del grado de severidad. Se establecen tres grandes grupos: en el niño recién nacido, a edades muy tempranas, cuando se generan fracturas frecuentes, y un tercer grupo de difícil diagnóstico, en el que se detecta de forma casual en una exploración médica. La más grave de todas es la que ya se expresa con fracturas intrauterinas y los niños mueren al nacer", declara Ricardo Gracia, jefe de servicio de Endocrinología infantil del hospital madrileño. El crecimiento y mineralización del esqueleto óseo es un proceso que se inicia durante el desarrollo fetal y continúa a ritmos diferentes durante la infancia y la adolescencia hasta los 22-25 años, momento en el que se alcanza el pico máximo de masa ósea. A partir de entonces, la masa ósea se mantiene constante hasta la quinta-sexta década de la vida, en que empieza a declinar progresivamente, según explica Antonio Carrascosa, jefe de servicio de Pediatría del hospital Vall d'Hebrón de Barcelona.

Los factores que regulan el metabolismo óseo son múltiples y entre ellos destacan los aspectos genéticos, responsables de entre un 60%-80% de los casos de osteoporosis. El porcentaje restante correspondería a problemas nutricionales, estilo de vida, factores de crecimiento locales del hueso, trastornos relacionados con la homeóstasis o equilibrio celular y una serie de hormonas (vitamina D, calcitonina y tiroideas, entre otras), que desempeñan un papel primordial. "Cualquier problema que pueda interferir en algunos de estos aspectos durante la infancia y la adolescencia puede condicionar el proceso de crecimiento del hueso y una masa ósea disminuida", agrega Carrascosa.

La densitometría de doble energía (además de la historia clínica y los marcadores bioquímicos óseos) constituye el procedimiento diagnóstico más adecuado para la cuantificación de la masa ósea. Se trata de una prueba cómoda, precisa, incruenta y que aporta escasa radiación. "Aunque la densitometría es muy importante para diagnosticar la osteoporosis, en todo el territorio español sólo existen ocho densitómetros por millón de habitantes, el 85% de ellos se encuentra en manos de la sanidad privada", indica Rafael Herrero, coordinador general de la Fundación Hispana de Osteoporosis y Enfermedades Metabólicas Óseas (FHOEMO).

En el ámbito pediátrico destacan dos grandes grupos de osteoporosis. En el primero se incluye la osteogénesis imperfecta, que aparece por factores genéticos, y la osteoporosis idiopática o juvenil, de origen desconocido. El segundo grupo lo constituye la osteoporosis secundaria a otras enfermedades crónicas, así como de sus tratamientos o de la inmovilización física que requieren.

La osteogénesis imperfecta se produce por un defecto de síntesis de colágeno que afecta a los huesos y a otras estructuras. Se caracteriza por la aparición de huesos largos y sin curvas que se acompañan de otros problemas de tipo hormonal, dermatológico y que, a veces, se presenta también con sordera, conocida entre los especialistas como sordera de conducción, porque se deforman los huesos del conducto auditivo. Otros síntomas son dientes anacarados, problemas de digestión, ligamentos laxos o hernias discales.

La osteoporosis idiopática o juvenil es un trastorno localizado exclusivamente en los huesos que aparece en la pubertad. Es más frecuente que la imperfecta. Se piensa que aparece por trastornos hormonales, aunque no está demostrado. Suele ser transitoria y a veces se manifiesta con dolor en el raquis o un crecimiento óseo insuficiente. La mejor manera de prevenirla es evitar la pérdida de masa ósea.

"Cualquier patología crónica infantil se asocia a osteoporosis, bien sea por la propia enfermedad, por los tratamientos prolongados que requiere, como es el caso de los corticoides, o por la inmovilización a la que a veces están sometidos los pacientes. Algunos procesos reumáticos, como la artritis idiopática juvenil, que afecta al aparato locomotor además del hueso, la enfermedad inflamatoria intestinal, la celiaquía o intolerancia al gluten, trastornos del riñón, hipogonadismo o diabetes son algunas de las más comunes. Todas ellas repercuten desfavorablemente sobre el metabolismo de los huesos", asegura Juan Carlos López Robledillo, responsable de la unidad de Pediatría del hospital Niño Jesús de Madrid.

El ejercicio físico en la infancia y la adolescencia contribuye a formar masa ósea.
El ejercicio físico en la infancia y la adolescencia contribuye a formar masa ósea.S. BURGOS

Anorexia y masa ósea

La anorexia nerviosa es actualmente la causa más frecuente de malnutrición por carencia de nutrientes. Al contrario que en otras patologías y situaciones crónicas asociadas a la osteoporosis (celiaquia, empleo prolongado de un fármaco o el embarazo durante la adolescencia), en las que si la enfermedad primaria es tratada se recupera la masa ósea, esta regla no se cumple en todos los casos en la anorexia nerviosa, según un estudio dirigido por Antonio Carrascosa, jefe de servicio de pediatría del hospital Vall d'Hebrón, de Barcelona.

El trabajo, publicado a finales de 2002 en la revista Pediatrics Research, incluye dos grupos de chicas de entre 18 y 20 años que padecían anorexia nerviosa. Uno de ellos presentaba valores bajos de índice de masa corporal, y el otro, valores normales. Esta investigación revela que, una vez tratadas, aproximadamente un tercio de las pacientes no recuperaron los valores normales de densidad mineral ósea.

"El problema de la masa ósea en la anorexia nerviosa va mucho más allá de la malnutrición. Es una enfermedad compleja, que no depende exclusivamente de este trastorno alimentario, sino que además se entremezclan otros factores, entre los que se encuentran el índice de masa corporal previo al desarrollo de la enfermedad, el grado de malnutrición, la duración de la amenorrea o falta de regla, la actividad física que tienen estas pacientes y la propia carga genética", señala Carrascosa.

A juicio de este experto, para combatir la osteopenia o la osteoporosis en las pacientes anoréxicas, junto con la instauración de la terapia nutricional y psicológica apropiadas, se debería hacer una evaluación precoz e individualizada de la masa ósea.

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