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Los ópticos recomiendan a los pacientes que se informen de los riesgos de la corrección de la miopía con láser

Javier Arroyo

A 1.000 euros por ojo. Eso es lo que viene a salir una operación de corrección de miopía con un método láser. Son 2.000 euros, dos o tres visitas a la clínica y cinco minutos de operación. Y encima sin anestesia. Como para no dudarlo. Se quita uno las dioptrías y las dichosas gafas o lentillas en un abrir y cerrar de ojos. Y nunca mejor dicho. Sin embargo, los especialistas recomiendan que se piense un poco más. Los resultados en general de estas intervenciones, aseguran, son positivos, pero hay casos en los que están directamente contraindicados y otros en los que hay que tomar precauciones. Luis M. Jiménez del Barco, catedrático de Óptica de la Universidad de Granada, asegura que entre un 2% y un 3% de las operaciones con cirugía láser presenta problemas a posteriori. Jiménez del Barco opina que, "médicamente hablando, éste no es un porcentaje despreciable".

Los profesionales de la óptica, reunidos en un curso celebrado por la Universidad de Granada la pasada semana en Almuñécar, insisten en que lo primero es informarse bien de los riesgos de la intervención.

El consejo es no dejarse llevar por la publicidad basada en la idea de "cinco minutos y a la calle". "Hay que saber que esta intervención no deja de entrañar riesgos, como cualquier operación quirúrgica; mayores o menores, pero riesgos al fin y al cabo", asegura Jiménez del Barco, director del curso de Almuñécar.

Este catedrático insiste en que el ser humano no siempre responde igual ante las mismas situaciones por lo que a veces ocurren complicaciones no previstas. Por ello recuerda varias premisas básicas antes de asumir la operación con láser: por un lado, los médicos tienen que informar al paciente con todo detalle de las posibles complicaciones; por otro, los pacientes deben saber que "la visión no va a ser mejor que la que tenían con las gafas o las lentillas", explica.

Los casos en los que la operación está totalmente desaconsejada son aquellos en los que el paciente tiene miopía progresiva o inestable, cataratas incipientes o córneas muy planas o muy curvas. Por otro lado, el catedrático de óptica recuerda que nunca se debe intervenir a pacientes de menos de 20 o 22 años. Tampoco se deben operar, añade, las miopías de más de nueve dioptrías ni las hipermetropías de más de seis. En cualquier caso, el paso previo es un buen examen fisiológico que descarte incompatibilidades del paciente con la operación. Entre las complicaciones a posteriori que han detectado los especialistas están las lesiones corneales y la pérdida de visión tras la operación.

Los expertos reconocen que muchas personas, entusiasmadas con la decisión de operarse, tienden a minimizar sus inconvenientes. Entre las más frecuentes están las dificultades de visión nocturna o la dificultad para percibir algunas imágenes de gran contraste.

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