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Modesto Lomba deconstruye el volante y Miguel Palacio evoca a Courrèges

Los diseñadores españoles descubren y aplican la logomanía a sus prendas

La segunda jornada de la Pasarela Cibeles se inició con Devota & Lomba en un refrescante ejercicio donde triunfa el adorno y el volante deconstruido; Miguel Palacio se remontó a la época de furioso geometrismo parisiense en un claro y conseguido homenaje a Courrèges, mientras el veterano Elio Berhanyer refresca su estilo con las pinturas a mano y el atuendo playero. Es la hora del color, y Antonio Pernas hizo un canto al rojo donde imperó la sencillez. Cibeles vive la proliferación de los accesorios, la insistencia en los tacones de 12 centímetros y una tardía fiebre logomaniaca.

Elio Berhanyer ha vuelto eufórico a su juventud profesional

Menos cohesionada que la primera jornada, el segundo día de Cibeles arrancó con Modesto Lomba, director creativo de la ya muy diversificada firma Devota & Lomba, proponiendo para la primavera-verano de 2004 una línea clara basada en el blanco y el amarillo limón como ejes cromáticos a la que acuden como refuerzo el negro y unos estampados florales que no son su fuerte. Lo primero que se vio (y que volvió a aparecer con éxito en la serie final) fueron unas excelentes faldas cortas con volantes deconstruidos, colocados en un casi arbitrario orden de texturas, peso y gradación, dando lugar a accidentes y aberturas, son piezas llamativas donde está presente la experiencia precedente de Vitorio & Lucchino y de Amaya Arzuaga, lo que no es peyorativo para Lomba, sino que le imbrica más en las corrientes actuales. El otro elemento que se repitió con gracia fueron unas flores gigantes conseguidas con el cosido concéntrico de esos mismos volantes, y que podían colocarse como si tal cosa en el cuello, en el ruedo, el hombro o en una bocamanga. Para el hombre, Lomba ha ideado pantalones chandaleros muy urbanos y camisas a raya simple de entalle ligero. Otros detalles de interés fueron los blusones de pañuelo con furiosos trazos amarillos, la aparición del logotipo sobre la ropa (algo que los modistas españoles están descubriendo tardíamente y aplicando a sus prendas sin rubor), la nervadura como elemento de dibujo y decoración siguiendo la tripa del patrón y unas sugerentes falditas de tablas finas en negro.

Miguel Palacio camina con paso firme a su madurez y se le reconoce por ese gusto culterano que esta vez encontró cauce en un elaborado homenaje a Courrèges y a la gloria geometrista de los años sesenta. Con un motivo op-art que aparece al relieve o estampado en tejidos de diferentes densidades y colores, Palacio crea una ropa delicada y fuerte a la vez, cosida con precisión, poniendo grandes placas de plástico transparente que se convierten, a veces, en bolsillos y que evocan la década de la apología de lo sintético. También usó de manera solvente la seda de paracaídas en unos pantalones muy amplios y mostró unos vestidos etéreos y voluntariamente asimétricos en morado nazareno. En este creador la conciliación de lo actual con la referencia histórica se produce sin fisuras.

Antonio Pernas usó los cortes láser para el ante perforado y otros tejidos, alternando con camisas masculinas de puños anchos y pantalones de talle muy bajo y pata de marinero. Para el gallego, el denim (tela vaquera) es casi un pretexto para hacer pantalones menos rigurosos, pero igualmente estrechos; sus otras dos insistencias fueron multitud de escotes palabra de honor y una impactante serie final en rojo que establecía un único rasero cromático para todas las modelos.

Tras el desfile de Ágatha Ruiz de la Prada vino Elio Berhanyer, actualmente el decano de los modistas que desfilan en Cibeles, con otra loa a los sesenta y las posibilidades de acordarse de Vasarely. Las chicas de Elio parecían sobrinas de Barbarella, cuidadas en el estilismo y vestidas con excelente fractura costurera. Berhanyer ha vuelto eufórico a su juventud profesional. Quizás nadie domine hoy como él esas aplicaciones que obligan a un patronaje complejo de recortes. Círculos, rombos, mitades en contraste de colores planos apoyados por el blanco y el negro como fondo de paleta. A eso le siguió una serie llena de frescura con su logotipado a mano y una curiosa gráfica personal. La seda pintada fue lo más espectacular y al final el desfile perdió brío con demasiadas salidas repetitivas y sólo se agitó con los dos cadetes marineros caminando a compás. El día terminó con las propuestas de Lemoniez.

Tres modelos de Devota & Lomba para la temporada primavera-verano de 2004.
Tres modelos de Devota & Lomba para la temporada primavera-verano de 2004.RICARDO GUTIÉRREZ
Otra propuesta de Devota & Lomba en Cibeles.
Otra propuesta de Devota & Lomba en Cibeles.RICARDO GUTIÉRREZ

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