Tres soldados estadounidenses mueren en dos ataques de la resistencia iraquí
El número de militares norteamericanos caídos en acción desde el fin de la guerra alcanza los 87
Tres soldados estadounidenses murieron víctimas de dos ataques acaecidos en la noche del sábado al domingo en Irak, según informaron ayer fuentes militares en Bagdad. El más grave de los incidentes se produjo en la cárcel de Abu Greib, a unos treinta kilómetros al oeste de la capital iraquí, Bagdad, donde un ataque con morteros costó la vida a dos policías militares y heridas a otros trece. Con los fallecidos del fin de semana, los soldados estadounidenses muertos en acción son 87 desde que el 1 de mayo el presidente George W. Bush declarase el fin oficial de la guerra.
La cárcel de Abu Greb, un vasto complejo penitenciario que en tiempos de Sadam Husein servía como centro de detención y ejecución de presos políticos, alberga en la actualidad a unos 500 prisioneros iraquíes, la mayoría de ellos acusados de tener relación con el régimen del depuesto dictador iraquí. La prisión está vigilada por efectivos de la 80ª brigada de la Policía Militar estadounidense. En la noche del sábado, el complejo fue alcanzado al menos por dos proyectiles de mortero que mataron a dos militares e hirieron a otros trece, algunos de ellos de gravedad. Una portavoz militar aseguró que ningún recluso había resultado herido.
Casi al mismo tiempo, otro militar de EE UU moría al estallar una bomba al paso de su vehículo en la localidad de Ramadi, a unos cien kilómetros al oeste de Bagdad. Ramadi es conocida por ser uno de los vértices del llamado triángulo suní, feudo de los leales a Sadam y donde es más encarnizada la resistencia armada a la tropas estadounidenses en Irak. El militar murió de camino a un hospital de campaña. Los portavoces estadounidenses reconocieron que no se había producido ninguna detención tras los ataques del fin de semana, aunque aseguraron que se estaban investigando los hechos.
Ayer se conocieron nuevos datos de un confuso incidente ocurrido el pasado viernes en la cercana ciudad de Faluya, también en el triángulo suní. El mando de las fuerzas de ocupación de EE UU en Bagdad ha guardado silencio sobre lo ocurrido, pero, según informó ayer el comandante Gwinner, de la 4ª División de Infantería, con base en Balad, siete soldados estadounidenses murieron en una emboscada contra el vehículo en el que viajaban. De confirmarse esos datos, serían ya 87 los militares de Estados Unidos fallecidos en acción desde el 1 de mayo.
Atrincherados en Bagdad
Estas nuevas muertes se han producido a pesar de las extremas medidas de seguridad adoptadas por el Ejército estadounidense. Sus soldados prácticamente han desaparecido de las calles de Bagdad y permanecen constantemente parapetados tras barricadas y defensas. Los militares se hallan siempre en sus puestos, bajo las garitas o en las torretas de los carros de combate, sin permitirse licencias como quitarse el casco o sentarse a descansar, algo relativamente frecuente en las semanas después de la guerra. Sus contactos con la población local se han reducido al mínimo y son iraquíes -bien policías o cuerpos de seguridad privados- quienes tratan con el público en operaciones como registros rutinarios o cacheos a la entrada de edificios. En la capital iraquí -donde ya no se observan kilométricas colas frente a las gasolineras y cuyo caos circulatorio ha mejorado considerablemente- sigue vigente el toque de queda a partir de las once de la noche, medida que fue instaurada en el pasado abril.
La presencia militar de EE UU también ha desaparecido prácticamente de las fronteras. Los soldados, que efectuaban algún registro aleatorio en vehículos y comprobaban la identidad de los viajeros, han sido sustituidos por iraquíes sin uniforme que se limitan a estampar un sello en los pasaportes en el que no figura referencia alguna a Irak, sino únicamente la denominación del puesto fronterizo y la fecha de expedición.Mientras tanto, Aquila al Hachemi, la integrante del Consejo de Gobierno de Irak herida el sábado en un atentado, continuaba ayer ingresada en estado crítico pero estable en un hospital militar estadounidense de Bagdad.
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