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CUMBRE ECONÓMICA EN DUBAI

Francia cambia a deuda su ayuda a Alstom para sortear el veto de la UE

París negocia con los acreedores de la entidad para lograr un plan de salvamento

Representantes de 32 bancos acreedores de Alstom se reunieron anoche con el presidente de este grupo, Patrick Kron, y con cargos de segundo nivel del Gobierno francés para concretar un nuevo plan de salvamento de Alstom que evite, a la vez, el veto de la Comisión Europea y la quiebra del grupo industrial. El cambio esencial va "en la dirección" de convertir la aportación de fondos estatales en una suscripción de deuda a largo plazo, reembolsable en parte en acciones, según apuntó a este periódico una persona conocedora de la negociación.

El nuevo plan implica una inyección de fondos en Alstom de 3.200 millones de euros. Se está presionando a los bancos para convencerles de que, si el Estado aporta 800 millones de euros con urgencia, esto permitirá al grupo industrial salir de la crisis de tesorería y dispondrá de un plazo suficientemente largo para hacer frente a la deuda. Los bancos deberían considerarlo como una señal suficiente de confianza en la empresa y comprometerse a aportar los 2.400 millones restantes.

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Apoyo francés

El apoyo de los bancos franceses parece asegurado, entre ellos BNP-Paribas, Société Générale y el recientemente fusionado Crédit Agricole-Crédit Lyonnais, pero es probable que la negociación se prolongue todo el fin de semana. Las entidades financieras, que no responderán hasta mañana, preferían el plan inicial: una aportación estatal más pequeña, pero como inyección directa de capital, con lo que la participación del Estado en Alstom se habría elevado al 31%. Este punto choca frontalmente con el veto de Bruselas por competencia desleal.

Ningún representante de la Comisión Europea ni ministro del Gobierno francés asistieron a la reunión de anoche en París, concebida como una negociación técnica en vísperas de que termine mañana el plazo dado por el comisario europeo de la Competencia, Mario Monti.

Tanto París como Bruselas tienen interés en que el enfrentamiento no vaya más lejos. Si no hubiera acuerdo, el precio político para el Gobierno francés y la UE podría ser muy elevado. El presidente de la Comisión, Romano Prodi, se mostró ayer optimista: "Creo muy firmemente que es posible evitar la quiebra de Alstom en el respeto claro de las reglas europeas", declaró a Le Monde. París también se juega mucho: su política es contraria a fortalecer al Estado-accionista, pero la presión social es muy grande. El primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, fue increpado gravemente durante una visita efectuada el viernes a una fábrica y tuvo que proclamar que él es el primero que se bate por Alstom.

La quiebra de la empresa tiene impacto europeo, porque un tercio de los 118.000 trabajadores están en Francia, pero también da trabajo a 11.000 alemanes y 2.700 españoles, entre otros. Bruselas necesita argumentos para salvar la cara en su política rigurosa de competencia, sin exponerse a ser acusada de provocar la quiebra.

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