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Reportaje:

Una pequeña Europa en busca del sol

Llíber es el único municipio de la Marina Alta con un 55% de población censada extranjera residente

Llíber es una pequeña Europa. Un municipio apacible, ubicado en el interior, a unos 30 kilómetros de la costa de Benidorm, en el que residen más extranjeros que españoles. Una localidad con encanto que en la década de los 70 empezó a recibir la visita de algunos intrépidos europeos en busca de sol, paz, tranquilidad y una casa de campo.

Hace diez años llegaron decenas de británicos y alemanes decididos a instalarse allí, comprar una finca y disfrutrar del clima, el paisaje y la paz de esta localidad. El resultado es que Llíber (Marina Alta) es el único municipio de todo el Estado según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el que el número de extranjeros supera al de españoles. Según el censo de 2001 oficialmente hay 363 españoles censados, 274 del Reino Unido, 105 Alemanes, y 139 del resto de países de la Unión Europea (UE). Más del 55% de la población es foránea, sin embargo en esta localidad los extranjeros, que quieren, se integran en las costumbres locales, y los que no viven tranquilamente en sus chalés sin apenas relacionarse entre ellos.

"Aquí somos pocos y es más fácil la integración" asegura el concejal holandés
"En Dinamarca hace mucho frío y el alcohol es carísimo", comenta un danés.

Gerard Soballe es un danés de 64 años que hace 32 años llegó a esta localidad, a la que se accede pasando Benissa y Senija. "Buscaba una casa, vimos alguna en Xàbia, y luego encontramos en las afueras de Llíber una finca preciosa, la reformamos y desde el año 1972 estamos aquí encantados de la vida", comenta mientras disfruta de una cerveza fresca en la barra del del bar Varete, punto de encuentro de la población foránea en Llíber, ubicado en la plaza del Ayuntamiento. Soballe en 1990 abrió un restaurante en la carretera de Gata de Gorgos en el que ofrece cocina danesa y platos típicos de la comarca. "Yo no he venido aquí para estar con extranjeros sino para vivir como los españoles, y eso hago cada día", comenta este veterano residente danés, a los que muchos en el pueblo consideran uno de los pioneros en instalarse en Llíber. "El problema es que en los últimos diez año ha habido una verdadera explosión. Buscábamos tranquilidad, pero ahora con tanta gente es díficil encontrarla", asevera, "esto ya no es lo que era antes". En el mismo bar, las cervezas las sirve Nadine, una joven de 18 años alemana que hace cinco años se instaló con sus padres y su hermano en esta localidad a la que llegaron después de veranear muchos años en la comarca. "Buscamos tranquilidad, montaña y sol", resume esta joven que se siente "encantada" de vivir aquí.

"En Dinamarca hace mucho frío, y el alcohol es carísimo", apunta Soballe, que en los últimos 32 años no ha regresado ni por vacaciones a su país. "Allí no se me ha perdido nada", dice convencido.

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El fenómeno migratorio en Llíber se remonta la década de los años 70 cuando llegaron los primeros extranjeros en busca del sol, gastronomía, tranquilidad, y una casa para retirarse. Aunque fue durante la década de los 90 cuando se experimentó una mayor afluencia de residentes. Un pueblo como Llíber, que hace diez años apenas rondaba los 400 habitantes -tenía serias dificultades económicas y de servicios, con una escuela pública que amenazaba con cerrar por falta de matrícula- ahora se ha convertido en un foco de dinámico para la comarca.

Su alcalde, Juan Bautista Reus, del PSPV, explica que la estructura de casas diseminadas y dispersas por los 22 kilómetros del término municipal, les "obliga a convivir con todo el mundo, aquí no se crean ghetos". Para visualizar esa integración de los extranjeros sólo hay que acudir a un ensayo del Coro de Llíber, integrada por 32 personas de las que siete son extranjeras. Ensayan cada semana, acuden a festivales y cantan en celebraciones religiosas. "Aunque parezca mentira, el Coro les une y les hace sentir cómo uno más del pueblo", apunta el alcalde quien está convencido de que los europeos valoran el "ambiente familiar y campechano" de la gente.

El Ayuntamiento, con cuatro concejales socialistas, uno del Bloc -el holandés Marcos Krnithof-, otro del PP y uno independiente, no es ajeno a esta realidad y está preparando unos cursos específicos de castellano y valenciano para los extranjeros, y otro de inglés para la gente de Llíber. "Nos dimos cuenta que los europeos no compran aquí, se van al supermercado de la costa, y no van a la tienda del pueblo porque el tendero no sabe inglés", reconoce el primer edil que espera que con esta medida la gente deje de comprar fuera. "A ellos les gusta el trato familiar y amable, y si conoces su idioma es más fácil", puntualiza, y sobre todo en un municipio donde la mayoría de residentes son anglosajones.

Las fiestas de Bous al carrer, que se celebran en agosto, también son otro elemento integrador para los residentes extranjeros. "Al principio lo criticaron mucho por el tema de la tortura de los animales, pero cuando ven que todo se hace con permisos y que es una tradición, disfrutan más que nosotros", apunta Reus. El alcalde tiene en su equipo de Gobierno al holandés Jan Van Tuyl, que llegó hace apenas cuatro años, y que resume a la perfección qué pasa en esta localidad con los europeos: "Aquí somos pocos y es más fácil la integración, no ocurre cómo en Xaló, Pedreguer o Moraira que, como hay muchos compatriotas, te juntas con ellos y te aíslas. Aquí no. Si quieres gente, estás abocado a la integración", comenta el edil holandés, que señala que una de las grandes ventajas es que "Llíber es pequeño, pero no está aislado del mundo: puedes ir a Benidorm, disfrutar de la playa o quedarte tranquilo en casa".

La mayoría de los residentes europeos viven en las afueras, en urbanizaciones o en chalés diseminados. Aproximadamente un 80% de los censados son jubilados y pensionistas, aunque también empiezan a llegar parejas jóvenes con sus hijos. "Eso se ha notado sobre todo el la escuela, teníamos un problema de falta de matrícula y los nietos de los extranjeros no han solucionado el problema", dice el alcalde. Juan Bautista Reus, no obstante, reconoce que esta situación ha tenido un coste elevado para los lliberos: el encarecimiento del precio de la vivienda. "Ahora tenemos muchos jóvenes nacidos aquí que no pueden comprar una casa", reconoce el primer el edil.

Hace 30 años por 150.000 pesetas se podía comprar una casa de pueblo de 140 metros cuadrados, ahora la misma vale más de 30 millones de las antiguas pesetas. "Se ha disparado el precio", comenta el alcalde que prepara un plan de subvenciones para vivienda joven.

Cada día a la una de la tarde el bar Varete se convierte en un lugar de encuentro para los europeos. El irlandés Stephen Lombard está con su esposa y unos amigos tomando una cerveza y disfrutando del sol. "El clima aquí es excelente, al igual que la tranquilidad y la vista del campo y los viñedos", comenta el también presidente de la urbanización El Collado, donde residen medio centenar de europeos. En la mesa contigua está Gordon Sannders, un británico veterano en el lugar, que llegó hace 16 años a pasar unas vacaciones en Benidorm y no volvió. Se quedó con su familia y montó una pensión. "La lista de cosas que me gustan de Llíber es interminable: la gente, el tiempo, el coste de la vida que es muy barato. En fin todo", comenta Gordon. Su hijo Phil destaca el valor de las comarcas de interior para el turismo rural,y la práctica del senderismo y otros deportes de montaña. "Aquí vivimos independientemente, nos conocemos todos, si hay problemas nos ayudanos, y si no vivimos tranquilamente", explica.

Llíber es un caso extremo de la presencia de residentes comunutarios en las costa de Alicante, pero no es el único. Según el INE de los 34 municipios en los que la proporción de extranjeros supera el 25% del total de residente, 23 están en la provincia de Alicante: cinco de ellos están Calp; otro 40% de los extranjeros de esta provincia residen en Teulada, y el resto, mayoritariamente en municipios como Els Poblets, San Fulgencio y Rojales, con fuerte presencia de británicos, aunque el colectivo de alemanes es el más importante en La Nucía, Benissa o Calp.

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