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Reportaje:

Cartier-Bresson, la emoción del instante

Caixafòrum presenta una gran retrospectiva del fotógrafo humanistaEl montaje expositivo no es cronológico, con el fin de realzar la fuerza de las imágenes

"Lo más importante que ha aportado Henri Cartier-Bresson a la fotografía ha sido el respeto por el otro", explicaba ayer su esposa, Martine Franck, fotógrafa de Magnum, mientras paseaba por las salas de exposición de Caixafòrum con una cámara Leica colgada del cuello y una sonrisa en los labios. Su marido, al que varias generaciones de fotógrafos consideran su maestro, la esperaba en un hotel de Barcelona rehuyendo la expectación que provocaba la presentación, ayer, de la gran retrospectiva de su obra que puede visitarse hasta el 4 de enero de 2004 en el centro cultural de la Fundación La Caixa en Barcelona. Por la noche, el veterano fotógrafo, de 95 años, asistió a la inauguración, pero visitó la exposición antes de la llegada del público y después aguardó en un reservado a que los visitantes, entre los que se encontraban muchos de los grandes nombres de la fotografía documental en España, recorrieran esta exhibición, que reúne unas 350 piezas entre fotografías, dibujos, revistas, documentos familiares y películas que abarcan casi todo el siglo XX.

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"Siempre estaba implicado en lo que hacía y no tenía ideas preconcebidas respecto a lo que tenía que fotografiar", añadía Franck con relación a la singularidad de la obra de Cartier-Bresson. "No hay juicios de valor en sus imágenes, eso es al menos lo que yo opino, y además ha fotografiado las cosas y a la gente que ama". Es, tal vez, esta humanidad desbordante lo que hace tan emocionante la visita de esta retrospectiva, la más completa realizada hasta la fecha sobre la trayectoria y la personalidad de Henri Cartier-Bresson (Chanteloup, Francia, 1908), el creador que acuñó la definición del "instante decisivo" para explicar la magia de unas imágenes que reflejan tanto la historia del siglo XX como una nueva sensibilidad a la hora de enfocar el mundo. "Fotografiar es poner en el mismo punto de mira la mente, el ojo y el corazón", decía el artista.La exposición reúne unas 350 piezas entre fotografías -unas 250 de las que algunas son inéditas; unas 50, copias originales de la época (vintages), y la mayoría, copias realizadas con motivo de esta exhibición-, revistas en las que se publicaron por primera vez estas imágenes, dibujos, objetos, documentos personales, libros y películas, tanto los filmes realizados por el propio Cartier-Bresson como documentales sobre el personaje.

Es un conjunto que no se acaba en una sola visita y que se presenta en un formato nada ortodoxo. Robert Delpire, comisario de esta exposición, que se presentó antes en la Biblioteca Nacional de Francia, en París, y después viajará a Berlín, Roma y Edimburgo, ha optado por dar todo el protagonismo a la imagen por encima de la cronología. Es decir, el montaje no sigue linealmente la extensa trayectoria de Cartier-Bresson desde sus inicios, en los años treinta, hasta los setenta, sino que se organiza mediante bloques temáticos que recorren sus viajes por América, Europa y Asia; los magníficos retratos que realizó de grandes artistas e intelectuales del siglo XX; algunos paisajes, y una selección, situada en el espacio central, de sus fotos más conocidas y celebradas. Tanto las copias de época como los dibujos se han dispuesto en salas independientes con una iluminación especial de menor intensidad para preservar las obras.

El visitante puede iniciar el recorrido según sus preferencias o su instinto, y el montaje, un laberinto de paneles blancos o negros -los colores con los que Cartier-Bresson plasmó toda su poesía-, le llevará del Harlem neoyorquino de los años cuarenta a la España rural de los treinta, la India de finales de los cuarenta -fotografió a Gandhi una hora antes de que lo asesinaran- o el México de 1964. Cartier-Bresson estaba largas temporadas en los lugares a los que viajaba y volvía en varias ocasiones. El "instante decisivo" no era fruto del azar, sino del conocimiento y la espera.

Algunas fotografías, como una magnífica imagen titulada Taos, realizada en Nuevo México en 1947, son inéditas y se han recuperado ahora para esta exposición, que ha sido organizada por la agencia de imágenes Magnum, de la que el fotógrafo fue uno de los fundadores, y la Fundación Henri Cartier-Bresson, que abrió sus puertas en abril de este año en París y tiene como finalidad la conservación y difusión de su legado, así como la promoción de otros fotógrafos que, como él, cultivan el reportaje documental.

"Mi objetivo era explorar un personaje a través de la fotografía", explica Robert Delpire, que destaca el hecho de que se incluyen numerosos objetos y documentos familiares, entre los que sobresalen un buen número de retratos de Cartier-Bresson realizados en diferentes épocas y por diferentes fotógrafos. Algo sorprendente en un hombre, dice, que "detestaba que le fotografiaran".

La exposición, de entrada gratuita, incluye también dos documentales realizados por Cartier Bresson: Espagne vivra, de 1938, y Victoire de la vie, de 1939. Estas dos obras también se proyectarán el 4 de noviembre en una sesión seguida de debate dentro del ciclo Pensar con la mirada, organizado con motivo de esta exposición, que se acompaña de un libro catálogo editado por Lunwerg.

Martine Franck, fotógrafa y esposa de Henri Cartier-Bresson, ayer durante la presentación de la retrospectiva dedicada a su marido en Caixafòrum.
Martine Franck, fotógrafa y esposa de Henri Cartier-Bresson, ayer durante la presentación de la retrospectiva dedicada a su marido en Caixafòrum.CARLES RIBAS

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