Contra la Ertzaintza
Un miembro de ETA resultó muerto el domingo por la noche cuando intentaba, en compañía de otro activista, matar a dos agentes de la Ertzaintza que repelieron la agresión y uno de los cuales resultó gravemente herido. No parece arriesgado relacionar este atentado con la detención, el pasado día 5, del jefe y varios colaboradores del comando Vizcaya, considerado responsable de buena parte de las últimas acciones de la banda. Excepto en un periodo de menos de un año en que mantuvo una especie de tregua sectorial, la policía vasca ha figurado desde 1985 entre los objetivos de ETA. Unas veces en respuesta a detenciones y demás actuaciones contra sus comandos, y otras, a modo de presión sobre el nacionalismo gobernante.
En el debate interno producido en ETA el invierno pasado, y del que se tuvo noticia a través del boletín interno Zutabe, se dice que la banda ha tenido siempre la voluntad de "abandonar ese frente", a cuyo fin se hizo "un ofrecimiento claro a los ertzainas a través de sus sindicatos". La consecuencia fue un "alto el fuego secreto" en 1997-1998 que se abandonó tras la muerte de una activista en un enfrentamiento. Desde entonces, dice Zutabe, "la actitud de la organización es equivalente a la de la Ertzaintza respecto al movimiento de liberación". Así pues, si la Ertzaintza detiene a los etarras, los etarras atacan a la Ertzaintza.
Unas declaraciones del consejero vasco de Interior, Balza, en favor de la vía policial para acabar con la "ETA residual" actual fueron contestadas por Arzalluz diciendo que ésa era la tesis de Mayor Oreja. No sería la primera vez que ETA intenta intervenir en los debates del PNV mediante ataques a la polícía vasca. En un texto de 1997 (Karramarro 2), la Koordinadora Abertzale Sozialista (KAS), a la que el juez Garzón atribuye la dirección política del entramado etarra, se felicitaba por haber logrado "remover en cierta medida la posición del PNV (...) mediante la incidencia política de ETA, llevando a cabo acciones muy selectivas contra la Ertzaintza".
En todo caso, tanto las detenciones como las declaraciones de Balza indican que la policía vasca, 13 de cuyos miembros han sido asesinados por ETA, no sólo combate a los terroristas, como es su obligación, sino que lo hace a sabiendas de que al hacerlo asume un riesgo que podía haber evitado, buscando una paz por separado con los pistoleros. Ese riesgo es ya comparable al de las fuerzas de seguridad del Estado. Merece, por ello, el apoyo de todos los demócratas.
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