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Reportaje:Aulas

Números con demasiadas letras

Un grupo de expertos reunido en Granada debate sobre cómo se debe enseñar matemáticas

Javier Arroyo

¿Qué es más importante para ser un buen profesor de matemáticas: saber muchas matemáticas o saber muy bien cómo enseñarlas?. Los especialistas tienen una respuesta clara: hay que saber las dos cosas. "Optar por una de esas dos opciones es optar por el simplismo", dice Pablo Flores, profesor del Departamento de Didáctica de las Matemáticas de la Universidad de Granada. Luis Berenguer, que ha enseñado matemáticas tanto en educación Primaria como Secundaria coincide en la apreciación: "Para enseñar matemáticas, hay que saberlas. Lo cierto es que, por otro lado, si se saben muchas pero no se saben transmitir, todo cae en el vacío".

"Las cifras que se manejan dan una apariencia de que nuestros alumnos no saben nada: No es así. Habría que ver si las pruebas en las que se basan esas encuestas no enfatizan demasiado los aspectos formales, si son pruebas que no encajan para los estudiantes españoles por otros motivos", asegura Pablo Flores. Este especialista, volcado en la investigación de la didáctica de las matemáticas, asegura que "los resultados no son tan satisfactorios como debieran, pero tampoco son tan críticos como a veces se quieren hacer ver".

Pablo Flores: "Si se sabe mucho pero no se sabe transmitirlo, todo cae en el vacío"

Pablo Flores ha dirigido estos días un congreso que la Sociedad Española de Investigación en Educación de las Matemáticas (SEIEM) ha mantenido en Granada, en la que han participado 140 investigadores en la materia. La reunión, la séptima que mantiene este grupo, ha sido para Flores un "éxito". El trabajo de estos profesionales de investigación, asegura Flores, es buscar "las dificultades del aprendizaje por parte de los chicos, qué formas de explicar de explicar la materia llega son más convenientes y qué enfoques didácticos son más oportunos".

Flores asegura que su trabajo y el de sus colegas ofrece, sin duda, buenos resultados. ¿Pero llegan a las aulas, a los profesores que, tiza en mano, deben transmitir conocimientos a los jóvenes?. "Quizá nuestras conclusiones no están llegando como debieran a los profesores", asegura Flores, quien cree que aún falta un eslabón entre los investigadores que crean ciencia y los profesores. "Necesitamos un eslabón intermedio entre los docentes y nosotros para transformar nuestra ciencia en medios asequibles para los profesores", asegura Flores.

El debate, simplista si se quiere, de la enseñanza de las matemáticas, como el de otras materias está lleno de dualidades. Por ejemplo: ¿qué es más útil, la enseñanza teórica que ofrecen los investigadores teóricos o los conocimientos prácticos que adquieren con el paso de los años los profesores a pie de pizarra? "Ese es un debate en la profesión. Yo personalmente creo que los profesores tienen una dedicación que los lleva por otros caminos, con otras preocupaciones en el día a día y con una carga de trabajo que quizá no sea la más adecuada para ver el asunto con claridad. La investigación debe tener un ámbito específico en la universidad", asegura este especialista en didáctica de las matemáticas.

En cualquier caso, los expertos reconocen que los profesores de matemáticas no dejan la universidad especialmente preparados para la didáctica. De hecho, la Facultad de Matemáticas de Granada, que se precia de haber sido una de las que más atención prestaba a la didáctica desde siempre, ha tenido que claudicar con los planes de estudios modernos. Apenas una optativa dedicada al asunto y que el estudiante puede sortear por lo que, un licenciado puede terminar la carrera sin haber dedicado una sola hora de sus cuatro años de licenciatura a aprender didáctica. Y luego, ya se sabe, muchos de ellos acaban en los institutos dando clases.

Esta falta de interés por la didáctica en las facultades, explica Pablo Flores, "no es satisfactoria porque el profesor en el aula no debe transmitir sólo un conocimiento formal, sino algo más general con intenciones formativas".

Así cuando los licenciados llegan a los institutos, acaban por reflejar el modelo universitario, al menos en los primeros años. "El modelo universitario, por ejemplo, da mucha importancia al álgebra, donde se trabaja casi más con letras que con números. Por eso a veces, dice Flores, las matemáticas del instituto tienen demasiadas letras, porque se introduce mucha álgebra y demasiado pronto en general".

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