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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El peldaño catalán

Las elecciones catalanas se celebrarán el próximo 16 de noviembre. Oficialmente, se trata de que no coincidan con los comicios a la Asamblea de Madrid. Pero a nadie se le escapa que CiU busca ganar tiempo para proyectar más a su candidato, Artur Mas, que no acaba de despegar y a quien las encuestas publicadas sitúan por detrás del socialista Pasqual Maragall. Las campañas institucionales que el Gobierno catalán lleva realizando desde hace meses no son ajenas a esta preocupación convergente. La propaganda es tal que todos los partidos han pedido a Mas que abandone el Ejecutivo y baje a la arena electoral a batirse el cobre. Pero eso es improbable porque CiU está dispuesta a utilizar todos los resortes, pues si pierde las elecciones serán muchos los cargos públicos de esta formación que se quedarán sin empleo.

Pujol ha desarrollado con pragmatismo una política que le ha permitido, aun en minoría, que CiU ejerza siempre en solitario el poder. Incluso ha fagocitado a sus aliados -la Esquerra Republicana de los ochenta- cuando ha organizado efímeros Gobiernos de coalición. Ahora, por vez primera, Pujol no se presenta como cabeza de cartel nacionalista y, si se cumpliesen los pronósticos de los sondeos, CiU no sería la primera fuerza.

El capítulo que se abre es inédito: todas las quinielas apuntan hacia un Ejecutivo con dos o tres partidos, un terreno ajeno a la tradición nacionalista. El vencedor será convergente o socialista, y este pulso parece muy abierto. Un solo diputado puede decidir entre una dulce victoria o una siempre amarga derrota. La ascendente Esquerra podría decantar el poder hacia la renovación con experiencia, que encarna Maragall, o la continuidad rejuvenecida, que representa Mas. Los sondeos otorgan a los populares un discreto papel secundario, pero es una incógnita si el desembarco gubernamental provocará un tirón de Josep Piqué. El PP aspira a entrar en el Gobierno catalán si gana CiU, pero sabe que está a expensas de lo que suceda en las elecciones generales de marzo de 2004. Ni socialistas ni populares pierden de vista que CiU podría ser el aliado necesario para consolidar una mayoría en el Congreso de los Diputados. Las elecciones catalanas son, así, un primer peldaño hacia La Moncloa.

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