_
_
_
_
Reportaje:REPORTAJE

El laboratorio más grande del mundo

Gabriela Cañas

Barbara Lahnor ha pasado este invierno en Ny-Alesun, cuando las noches duraban 24 horas y la temperatura descendía más allá de los 15 grados bajo cero. Ny-Alesun es el asentamiento humano permanente más próximo al Polo Norte; a 1.231 kilómetros de la cima del mundo. En esas fechas oscuras, apenas 30 personas habitan en este lugar. Casi todos son científicos, expertos en oceanografía, en biología, en meteorología, en ecología, en radiactividad, en química atmosférica, en geomagnetismo...

Ahora, en verano, es el día el que dura 24 horas y la población puede superar el centenar de almas, todas ellas atrapadas por el magnetismo de la ciencia. El de las tinieblas es sustituido por el miedo a los osos, que acechan, gigantescos y hambrientos, en verano. Pero los osos, como los científicos, son muy apreciados en este lugar. De hecho, este pequeño enclave situado en el archipiélago de Svalbard, un protectorado noruego, es el mayor laboratorio del mundo, donde se desarrollan 120 proyectos de investigación simultáneamente de 20 países.

Con el verano llegan los cruceros por el mar de Barents, capaces de descargar en este paraíso de la ciencia a mil turistas de una sola vez que vagan sin rumbo por el pueblo

La estación alemana de Ny-Alesun, del Instituto Alfred Wegener, está abierta todo el año recopilando datos de la atmósfera, de los rayos solares, de los cambios en la estratosfera y de la capa de ozono, entre otros. Dispone de un observatorio, y, afuera, ha sembrado la zona de sensores para hacer mediciones. En ella trabajan Barbara Lahnor y Jens Kube.

"Compartimos todo. Instrumentos y datos. Si son de los alemanes, sabemos que son fiables", bromea Roberto Sparapani, el director de la estación italiana del Consejo Nacional de Investigación. Este centro está especializado en el estudio del cambio climático, y cuenta, como los demás, con el apoyo estratégico del Gobierno de Noruega, que ha apostado por mantener vivo el asentamiento, a pesar de la prohibición de cazar osos y ballenas y a pesar también del cierre de las minas de carbón.

La empresa King Bay Kull Compani se estableció en 1916 en Ny-Alesun para explotar el abundante carbón de la zona, y tuvo que convivir casi desde el principio con el deseo de científicos y aventureros por explorar el lugar, como Roald Amundsen o Umberto Nobile. El definitivo cierre, en 1963, de las minas tras una serie de dramáticos accidentes ha convertido a la citada empresa en Kings Bay, una compañía participada por Noruega dedicada a proveer de instrumentos, infraestructuras y apoyo logístico a los científicos.

Escasa diversión

Los 60 pequeños edificios del pueblo están ahora al servicio exclusivo de la investigación, y Kings Bay se ocupa de sus necesidades, incluidas las más básicas, como darles de comer y cenar cada día o mantener un gimnasio para ellos. "¿Aburrido? En el terreno científico lo tengo claro. Dos semanas de trabajo aquí son como tres meses en cualquier otro lado. En el personal es una experiencia enriquecedora", asegura Sparapani.

El lugar no dispone de facilidades para la vida familiar. Tampoco para el turismo, a pesar de lo cual con el verano llegan los cruceros por el mar de Barents, capaces de descargar en este paraíso de la ciencia a mil turistas de una sola vez que vagan sin rumbo por el pueblo.

El Gobierno de Noruega baraja la posibilidad de restringir el turismo, al tiempo que sigue fomentando la investigación en la zona. "No quisiéramos prohibirlo; quizá limitarlo a turismo ecológico compatible con la actividad científica", explica la ministra noruega de Investigación, Kristin Clemet.

Los investigadores se quejan de las avalanchas turísticas y de los osos. Salir a tomar muestras es una actividad de alto riesgo. En verano, las focas, el bocado favorito del oso polar, escasean, así que es relativamente frecuente que este mamífero se interne en los escasos pueblos de Svalbard en busca de sustento. La estadística habla de una persona devorada cada cinco años. De ahí que tanto los lugareños como los investigadores porten siempre un rifle.

En Svalbard, con una extensión similar a la de Castilla-La Mancha, viven 1.700 personas y 4.000 osos. Hay elefantes marinos, gansos, zorros y osos polares, renos y una extraña flora que se abre camino en las zonas costeras del suroeste como Ny-Alesun. La política conservacionista noruega y su tradición investigadora ártica se dan aquí la mano para mantener este enclave único que ha logrado atraer inversiones científicas de Japón, de Estados Unidos, de Corea del Sur y, por supuesto, de Alemania, del Reino Unido, de Francia, de Italia y de la Unión Europea en su conjunto. A finales de julio pasado, el Gobierno, en colaboración con la Comisión Europea, organizó una conferencia internacional sobre cambio climático en Longyearbyen. Noruega fue pionera en dar la voz de alarma e investigar sobre el calentamiento del planeta debido a la actividad humana.

En la capital, Longyearbyen, aparte de tres pequeños hoteles, tiendas, aeropuerto y oficina de correos, hay una Universidad con 300 alumnos de 23 nacionalidades. "Estudiar aquí es un lujo", dice un alumno belga de biología. "Dispones de los mejores instrumentos y de todas las facilidades. Si echas algo en falta para seguir el trabajo no tienes más hacer una petición oficial. El Gobierno noruego se encarga de hacértelo llegar en seguida. Tienen un montón de dinero".

El Gobierno noruego está dispuesto a invertir más todavía en el desarrollo científico de Svalbard. Los próximos proyectos son extender un cable óptico hasta el continente y construir un laboratorio marino bajo un consorcio formado por Noruega, Italia, Japón, Alemania, EE UU, Escocia y, quizá, Corea del Sur. Pero ya hoy empieza a sopesarse seriamente si no habrá que imponer pronto un cupo también para los científicos. Oddvar Midtkandal, director de Kings Bay, lo explica así: "La cuestión es hasta cuántos proyectos podremos acoger aquí sin destruir el medio ambiente".

Ny-Alesun, en el archipiélago de Svalbard, es el asentamiento humano permanente más próximo al Polo Norte.
Ny-Alesun, en el archipiélago de Svalbard, es el asentamiento humano permanente más próximo al Polo Norte.GABRIELA CAÑAS

La investigación, la esperanza de Europa

LA UNIÓN EUROPEA ESTÁ SUMIDA en una importante crisis económica. Con países de la envergadura de Alemania en plena recesión, la UE quiere mantener su compromiso de convertirse en la economía más competitiva del mundo en 2010. Un reciente informe dirigido por el economista belga André Sapir para la Comisión Europea causó una revolución en el seno del Ejecutivo europeo. Su conclusión, a grandes rasgos, es que si la Unión quiere seguir creciendo hay que reestructurar sus finanzas, y en ese cambio trascendental saldrían perdiendo los fondos estructurales y las subvenciones agrícolas y saldría ganando el apoyo comunitario a la investigación.

"El informe Sapir es excelente, una bella biblia", proclama el comisario europeo de Investigación, Philippe Busquin, en la Universidad de Longyearbyen. Busquin alaba la tradición nórdica de apostar por la investigación y ve en los proyectos noruegos de Svalbard el mejor ejemplo. También asegura que la UE va por buen camino en su meta de alcanzar el 3% del PIB en inversión en I+D (ahora apenas roza el 2%, mientras España se sitúa en el 0,9%).

Ahora, dice Busquin, ya nadie pone en duda que la investigación se debe desarrollar a nivel europeo, y, además, cree el comisario, la UE debe adaptarse a los nuevos tiempos, que ya no son los que inspiraron la fundación de la CECA, la comunidad del carbón y del acero. Lo cierto es que la UE ya ha establecido que se permitirán las ayudas de Estado en I+D (Investigación y Desarrollo) sin que éstas contabilicen como gasto que pueda perturbar el Pacto de Estabilidad para contener el endeudamiento y el déficit público.

Pero Europa, incluida Noruega, que no forma parte de la UE pero es el país que más colabora en proyectos científicos europeos, tiene un problema a ojos del comisario, y es que no transforma la investigación en productos tangibles, sino que se centra casi en exclusiva en investigación básica.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_