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Las emisiones de gases que causan el efecto invernadero aumentaron un 46%

El incremento en 12 años supera lo permitido por el protocolo de Kioto

Javier Arroyo

La última década no fue especialmente buena para Andalucía en lo referente a la emisión de gases que causan el efecto invernadero. Según un estudio de la publicación World Watch, las emisiones de dióxido de carbono aumentaron un 46% entre 1990 y 2002. La cifra alcanzada en estos 12 últimos años supone ya el triple de lo que el protocolo de Kioto ordena para las dos décadas que transcurren desde 1990 hasta 2010.

Según el estudio de World Watch, las emisiones de gases que causan el efecto invernadero en toda España llegaron al 38%, una cifra sensiblemente inferior a la andaluza. José Santamarta, director de la publicación, considera que esta cantidad de emisiones puede traer serios problemas a la columna vertebral del sistema económico andaluz.

El cambio climático es el resultado más fácilmente perceptible del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero en Andalucía y en muchas otras partes de España y del mundo, según José Santamarta. Este hecho, explica, es especialmente grave para una comunidad como Andalucía por su dependencia del clima en sectores económicos estratégicos como son el turismo y la agricultura. Eso, añade Santamarta, "sin contar los serios perjuicios para la salud de las personas que acarrea el cambio climático".

Ola de calor

Según el director de la publicación y del estudio, la ola de calor que ha sufrido Europa este verano y sus consecuencias en el aumento de la mortalidad son un anticipo de las derivaciones que el cambio climático podría acarrear en el futuro.

Juan Espadas, director general de Prevención y Calidad Ambiental de la Consejería de Medio Ambiente, considera que, efectivamente, estas cifras son altas y que hay que tomar medidas. Sin embargo, recuerda que el punto de partida no es el mismo para todos.

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Espadas explica que 1990 se considera el año de referencia en la medición de las emisiones de gases y que, cualesquiera que fueran las emisiones de cada país o región en aquel momento, ese valor se consideró el punto de partida. Lo que Espadas quiere decir es que, si, por ejemplo, un país emitía 70 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente y otro sólo 35, los dos valores quedaron igualados como valor índice. A partir de ahí, si el de 70 llegaba a 80 sólo aumentaba un 14%, pero si el de 35 crecía hasta 45, eso suponía aparecer como un gran contaminador, con un aumento de casi un 30%. "Andalucía ha aumentado un 46% porque partía de unos valores de emisión de este tipo de gases muy bajos, consecuencia del escaso desarrollo de la comunidad entonces. El crecimiento ha tenido estas consecuencias no deseadas que, sin duda, nos han provocado un escenario no deseado en este ámbito y que tenemos que atajar", dije Espadas.

Los datos de World Watch parecen explicar que, efectivamente, a más desarrollo industrial y social, más emisión de gases. Entre 1990 y 1995, los datos de la Junta dicen que las emisiones de dióxido de carbono equivalente fueron del 16%; computados hasta 2000, la cifra se multiplicó y llegó al 42%. Es decir, en los primeros cinco años de la década de los noventa se contaminó la mitad que en la segunda parte de esa misma década.

Causas

A pesar de que ambas partes acatan las cifras, la valoración del origen es distinta. José Santamarta y Los Verdes de Andalucía, patrocinadores de la presentación del informe, achacan este aumento de emisiones tóxicas al incremento de energía procedente de las centrales de carbón y, de manera concreta, a la central termoeléctrica de carbón que la empresa Endesa tiene en Carboneras (Almería).

Por su parte, la Junta de Andalucía sostiene que, aunque la generación de electricidad tiene su papel en el incremento de gases, la mayor parte del pastel se debe al aumento desmedido del transporte y la contaminación que genera. "Comparativamente, el transporte es el mayor contaminador que tenemos hoy día", asegura Espadas.

Posibles soluciones

La Junta cuenta con un panel científico que la asesora en lo referente al cambio climático. En ese panel están tanto el director de World Watch, José Santamarta, como Juan Espadas. Las opiniones sobre cómo modificar a la baja la tendencia en la cantidad de gases de efecto invernadero no son muy divergentes. Para el primero, es urgente cambiar el sistema energético reduciendo las fuentes de energía clásicas como el petróleo o el gas natural y sustituyéndolo por energías renovables. A Juan Espadas no le cabe duda de que éste es uno de los caminos necesarios. Pero, añade, el problema es que cortar de raíz esa tendencia para conseguir resultados rápidos implica tomar decisiones muy delicadas. "El mayor porcentaje de emisiones viene del transporte urbano y de carretera", dice Espadas, "lo que significa que las medidas radicales implicarían directamente a la gente de la calle y, aunque todos estamos muy concienciados sobre el asunto, cuando toca a nuestra forma de actuar, no siempre estamos dispuestos a sacrificarnos".

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