_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sanguinarios

Al recordar la desgracia de Nueva York, Bush lamentaba los límites para imponer la pena de muerte contra los "terroristas". Uno de ellos, añado, consiste en que no se sabe quiénes son terroristas y si hay alguno entre los 13.000 embastillados en Estados Unidos; y fuera, incluyendo a España. El mismo día, el Jerusalem Post explicaba que lo mejor era matar a Arafat, visto que hay dificultades para mandarlo al exilio; como el mundo va a condenar a Israel por cualquier operación contra Arafat, la más resolutiva es matarle. De tantos muertos de los que es responsable su Ejército, incluyendo los suicidas palestinos, no importa uno más. Es la idea de los Prohombres: sin Arafat, Palestina se entregaría; sin Sadam no habría resistencia en Irak; sin Bin Laden no habría caído Nueva York; sin Ibarretxe no habría terrorismo vasco. Es la misma obsesión occidental de la pirámide con un gran jefe en lo agudo, que no es más que continuación de la peor Edad Media: "Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señore". Hablaban del Cid: pero un republicano de 1903, Joaquín Costa, decía que había que cerrar con siete llaves el sepulcro del Cid: ellos le querían matar por su genial idea. Eran los tiempos del Desastre vivificador de España, de la lucha contra el medievalismo que nos había llevado hasta ahí: descontando que los neomedievales hacían sus fortunas, sus títulos, de esa decadencia histórica en la que los campos se despoblaban otra vez, morían los soldados y los grandes señores se oponían a la industrialización diciendo que era una tentación del demonio, y era que ofendía a su España agrícola.

Cierto que recordar al Cid por mandar chicos al Irak invadido es un poco ridículo, e incluso ya les han quitado la cruz de Santiago del uniforme para no ofender, pero sus jefes llaman Operación Alhucemas a una de sus incursiones: en Alhucemas desembarcaron los últimos imperiales, los sobrantes del Desastre, para ir matando moros y para conquistar toda África; hace menos de cien años, en 1925, todavía era Edad Media en España. Parece que no, pero hay un refresco ahora de las viejas ideas, y de la misma manera que han aumentado de tamaño las banderas rojigualdas en mástiles públicos -¡guay del que se queje!- crecen las ideas reglamentarias. No, la pena de muerte no se implantará aquí: ya se va Aznar, y Europa la prohíbe. Pero siempre hay otros medios.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_