La EPPA y todos sus puertos
Si los fenicios hubieran querido quedarse entre nosotros en la actualidad y no siglos atrás, les hubiera resultado imposible. Se habrían encontrado de bruces con la Empresa Pública de Puertos de Andalucía (EPPA) y no hubiesen encontrado un amarre para atracar sus barcos. La lista de espera para conseguir un atraque, en algunos casos, es tan larga como el Guadalquivir.
Y no piensen que éste es un problema de millonarios. La cosa no mejora si eres un aficionado modesto, de esos que tenemos una neumática o una paterita pequeña. En este caso puedes usar las rampas de la EPPA, "con tos sus puertos", que "sólo" cuesta algo más de seis euros cuando echas el bote al agua y otros seis cuando vuelves a tierra. Para entendernos, 2.000 pesetas por pisar una rampa que, en ocasiones, tiene un estado de conservación penoso. Eso sí, te puedes sacar un "bono" a un precio disparatado para usar la dichosa rampa, las veces que quieras, en un puerto determinado. Y aquí llega otra paradoja y otra medida de "popularización de los deportes náuticos": aunque todos los puertos por los que quieras salir a pescar, bucear o simplemente a dar una vuelta sean de la EPPA y las neumáticas y pateritas puedan viajar contigo remolcadas por un coche, si te vas de un puerto a otro te toca pagar de nuevo. Y esto es así no porque la rampa se gaste (es de hormigón) ni porque uses otros servicios. Al parecer es un problema de contabilidad.
En fin... En el resto de España, donde tienen más claras las bondades de una población relacionada con el mar sin tantos problemas como aquí y, sobre todo, sin que sea tan caro, las rampas deben estar hechas de un material más barato porque en Galicia, Asturias, Cantabria o País Vasco no se cobra por usarlas y las utiliza el que quiere cuando quiere.
Habrá en la EPPA quien piense que el mar es sólo para bolsillos abultados y no se le haya ocurrido que cuantos más lo disfrutemos y mejor lo conozcamos seremos también muchos más a la hora de cuidarlo y de vigilar que no se le maltrate. Y aún hablan en la Junta de popularizar los deportes náuticos. A ver si me dicen cómo piensan hacerlo porque si todo sigue como hasta ahora, mejor me apunto a clases de golf, que cuestan menos que una barca, y cada vez que salga al campo a "hacer unos hoyos" me ahorraré un pico. Lo dicho, los fenicios, hoy en día, se habrían vuelto por donde vinieron.
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