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Reportaje:

¿Quién teme a los teólogos libres?

Comisiones Obreras acoge en Madrid el 23º Congreso de Teología, expulsado por los obispos de sus sedes religiosas habituales

Hoy hay misa de doce en la sede central de Comisiones Obreras, el sindicato de origen comunista. Misa solemne, coordinada por la Iglesia de Base de Madrid, para clausurar el 23º Congreso de Teología reunido este fin de semana por la Asociación Juan XXIII. En los años duros del franquismo los obreros del correoso sindicato del PCE se escondían y organizaban en los templos católicos. Hoy devuelven el favor a aquella iglesia que aborrecía al nacionalcatolicismo tanto como ellos. Tiempos de clandestinidad y peligro. De persecuciones por pensar diferente.

Ahora les toca a los teólogos libres. Con meticulosidad vaticana, la jerarquía católica ha arrinconado a los congresistas año tras año hasta arrojarlos de su propia casa. Los primeros congresos se celebraron en centros religiosos y contaron con la presencia de algún obispo relevante. Pero, heridos por las críticas y porque la Asociación de Teólogos Juan XXIII no renunciaba a su carácter civil para someterse a las normas -y disciplinas- canónicas, varios dirigentes de la Conferencia Episcopal arremetieron contra el congreso y sus organizadores, e incluso reclamaron por carta a las organizaciones religiosas que no lo acogiesen en sus sedes. Así fue. Hoy, el congreso se celebra con regularidad en la sede de Comisiones Obreras al módico alquiler de 903 euros (hubo congregaciones que cobraron hasta 1.200.000 pesetas).

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Con terca insistencia

La mayoría de los congresistas -más de mil cada año- son religiosos y religiosas dedicados a la enseñanza, pero abundan también animosos seglares de las comunidades de base que trabajan en parroquias de barriadas obreras. "Ubicados en el mundo de la marginación y de la pobreza, buscan en el congreso una reflexión que fundamente su opción cristiana de ayuda a los necesitados", dice el teólogo Juan José Tamayo, secretario general de la asociación organizadora.

"Venimos para aprender", dicen dos religiosas de una barrio de Almería. Tienen unos sesenta años, lucen sencillos vestidos de lunares blancos y negros, como si fueran gemelas, y se afanan en comprar libros religiosos baratos. "Estamos aquí contra la resignación y por la libertad de la Teología. Y porque sí. Somos la Iglesia de Cristo. Nos sobra con saberlo y sentirlo", añaden sin tapujos sobre el veto episcopal. Entre los recuerdos estelares de 23 años de congresos, subrayan la imponente presencia del teólogo suizo-alemán Hans Küng, el preferido por Juan XXIII, además de las conferencias del

fundador de la Teología de la Liberación, el peruano Gustavo Gutiérrez; del obispo emérito de Chiapas, Samuel Ruiz, estrella del congreso del año pasado, y las de los jesuitas Ignacio Ellacuría, Jon Sobrino y Fernando Cardenal. Ellacuría murió al año siguiente de hablar en el congreso de 1988 asesinado a tiros por la extrema derecha de El Salvador.

La teóloga Silvia Regina de Lima Silva, ayer, en el congreso.
La teóloga Silvia Regina de Lima Silva, ayer, en el congreso.M. ESCALERA

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