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LA POSGUERRA DE IRAK | El desafío chií

Las milicias chiíes de Irak se arman para garantizar la seguridad en Nayaf

Grupos rivales exhiben su fuerza al cumplirse una semana del atentado contra Al Hakim

Ángeles Espinosa

Moderación y semillas de conflicto. El duelo político que se libra en la ciudad santa iraquí de Nayaf quedó ayer en tablas. El joven clérigo rebelde Muqtada al Sader se descolgó con un discurso inusitadamente moderado y de un contenido muy similar al de la ortodoxia del vaticano chií. Repitió su condena al atentado de hace una semana contra el ayatolá Mohamed Baquer al Hakim, cuyos seguidores aún clamaban venganza. Sin embargo, tanto él como el representante de Al Hakim pidieron voluntarios para sus respectivas milicias con el fin de defender Nayaf.

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La presencia de las milicias en las calles era un hecho. De nada sirvieron las advertencias que la víspera lanzó el general Ricardo Sánchez, máximo jefe militar estadounidense en Irak. El corazón de Nayaf estaba tomado por cientos de hombres armados con el brazalete negro que les identificaba como Brigada Bader, el brazo armado de la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII). Esta organización, que lideraba el ayatolá asesinado y al frente de la cual se ha situado su hermano Abdel Aziz, es la más representativa entre los musulmanes chiíes, la comunidad religiosa mayoritaria en Irak.

Sin embargo, no fue el hoyatoleslam Abdel Aziz quien dirigió la plegaria en la mezquita del imam Alí, donde una semana antes se produjo el atentado que costó la vida a su hermano y a otras 124 personas. "Aún está anímicamente afectado", le disculpó Sadredín al Kubanyi, representante de la ASRII en Nayaf, al concluir el sermón. Sadredín, que, como los Al Hakim, luce el turbante negro de los descendientes del profeta, pronunció una prédica de continuidad en la que animó a sus seguidores a combatir por medios políticos la ocupación militar de su país.

"Seguiremos la vía elegida por Mohamed Baquer al Hakim y reafirmamos nuestro compromiso con la unidad de los musulmanes y los iraquíes, sea cual sea su comunidad y su confesión", aseguró Sadredín. "Luchad con las palabras, no con las armas", pidió a los dos millares de fieles que abarrotaban el patio de la mezquita. Otros tantos se habían quedado fuera por falta de espacio. Veinte minutos antes de la plegaria, los milicianos de Bader y los voluntarios que les ayudaban a cachear a los asistentes habían cerrado las puertas del recinto. Las medidas de control fueron exhaustivas y los devotos guardaron pacientemente largas filas para acceder al santuario.

"Nuestra presencia hoy aquí es una muestra de desafío ante quienes quieren amilanarnos", manifestaba un devoto ante la anuencia de otros que, como él, esperaban ante la puerta del sur, la misma por la que el viernes anterior había salido su líder a encontrar la muerte. Al terminar la oración, un grupo de manifestantes se mostraron más combativos. "Todos somos la Brigada Bader, muerte a los baazistas", coreaban, mientras se golpeaban rítmicamente el pecho y la cabeza en señal de duelo.

Sadredín, que pidió ampliar esa milicia "para garantizar la seguridad de la ciudad santa", había defendido que la detención de varios baazistas y extremistas suníes probaba su implicación en el atentado. Sin embargo, varios observadores políticos muestran su escepticismo sobre los avances de esa investigación. "La ASRII formó de inmediato un comité, pero ha rechazado la oferta de ayuda del FBI y ellos carecen de especialistas; no tienen nada", aseguró a esta enviada Raphael Pelseny, un periodista francés que lleva un mes realizando un documental sobre esa organización.

Diez kilómetros más al norte, en Kufa, el rebelde Múqtada también pidió voluntarios para su recién creado Ejército del Mahdi que, dijo, "sólo actuará a las órdenes de la hawza (la máxima autoridad chií)". Miembros de esa milicia, sin identificar y carentes de la disciplina de los Bader, exhibían sus armas con ostentación y controlaban los accesos a esa pequeña localidad, que fue primera capital del califato abasí y hoy se ha convertido en una barriada de Nayaf.

Aunque su poder de convocatoria es bastante menor que el de los dirigentes ortodoxos, Muqtada reunió a cerca de dos mil fieles ante los que aseguró que "los enemigos del islam tratan de crear la sedición". No obstante, subrayó la necesidad de que "los musulmanes permanezcan unidos frente a los elementos del antiguo régimen". Aunque dijo haber "advertido contra la presencia de las fuerzas de ocupación en los lugares santos chiíes y reclamado su salida", mostró un tono inusualmente conciliador. "Tenemos que sacar lecciones del atentado", dijo. "La primera, que las fuerzas de la coalición deben esforzarse mucho para mantener el orden y traspasar esa responsabilidad a la parte iraquí".

Un imam iraquí sostiene un fusil AK-47 durante la oración de los viernes ante cientos de personas, ayer, en un barrio de Bagdad.
Un imam iraquí sostiene un fusil AK-47 durante la oración de los viernes ante cientos de personas, ayer, en un barrio de Bagdad.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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