Un canadiense se perfila como sucesor de lord Robertson como secretario general de la OTAN

George Robertson cuenta por días los escasos cuatro meses que le quedan para abandonar Bruselas e incorporarse a la firma Cable Wires como vicepresidente consejero de relaciones internacionales, con un sueldo que algunas fuentes estiman en 300.000 libras. Será un empleo parcial, que podrá hacer compatible con otros y con su escaño en la Cámara de los Lores británica. Está a punto de iniciar una ajetreada gira de despedida (más de cuarenta viajes, entre ellos a Afganistán) y espera que la sucesión se produzca en las próximas cuatro o cinco semanas.

La carrera hacia la Secretaría General de la OTAN no está aún clara, ya que oficialmente ningún país ha presentado candidato. Sin embargo, puede haber sorpresas de última hora. No se descarta que por primera vez en los 54 años de existencia la Alianza Atlántica no esté dirigida por un europeo.

"Sin duda resultaría sorprendente y una bofetada para la Unión Europea, justo ahora que está en pleno desarrollo de una política de defensa y que quiere privilegiar sus relaciones con la organización", comenta un diplomático europeo, al hacerse eco del fuerte rumor que circula en los últimos días sobre la designación del viceprimer ministro canadiense, John Manley, liberal, para el puesto.

Una fuente oficial francesa comenta no tener aún instrucciones de París, pero confiesa en privado que Francia no tendría problemas para aceptar que un canadiense estuviera al frente de la OTAN. Canadá desempeña un papel relevante en la actual misión de paz en Afganistán y trató sin demasiado éxito de mediar en la ONU antes de la guerra iraquí. "La política exterior de Canadá es más próxima a la UE que a EE UU, y para Chirac un canadiense en la OTAN es una garantía de cierta independencia respecto a Washington", comenta una fuente diplomática europea. Pero sea o no Manley el futuro sucesor de Robertson, es una realidad que EE UU tendrá la llave de la negociación y que la UE no habrá demostrado demasiado interés en promover una candidatura común. El comisario europeo de Justicia e Interior, el portugués António Vitorino, socialista, ex ministro de Defensa en su país, sigue siendo para muchos Gobiernos europeos como un candidato idóneo. Pero Washington no parece tirar cohetes con él y le tilda de ser "demasiado europeo". "En otras palabras, por haberse distinguido demasiado para que naciera el Tribunal Penal Internacional", recuerda con acidez un observador.