Un psiquiatra afirma que Kelly se suicidó al sentirse abandonado
El científico británico decidió quitarse la vida tras verse expuesto en la prensa
Un psiquiatra que lleva 30 años estudiando las causas del suicidio dictaminó ayer que no hay duda de que David Kelly se quitó la vida. El científico británico llegó a la conclusión de que la única solución a sus problemas era la muerte al ver que el escrutinio público sobre su vida no había terminado. Definido como "un hombre muy privado", un perfeccionista con problemas para transmitir sus sentimientos, Kelly se suicidó "por su sentimiento de que la gente había perdido la confianza en él y su consternación al verse expuesto a los medios".
El psiquiatra Keith Hawton trazó ayer un retrato de la psicología de David Kelly y expuso las razones por las que está convencido de que se suicidió y las razones de esa decisión. Hawton, que trabaja en el hospital mental de Oxfordshire y es director del departamento de psiquiatría de la Universidad de Oxford, ha tenido acceso al historial médico de David Kelly, a los informes policiales y judiciales del caso y, sobre todo, ha contado con los testimonios de quienes más de cerca han vivido la tragedia: su viuda y sus hijas.
Hawton concluye en su declaración ante el juez Hutton que Kelly se suicidó, porque no había más señales de violencia en su cuerpo que el corte en las venas por el que se desangró, porque no había indicios de la presencia de terceras personas en el lugar donde se encontró su cuerpo y por detalles como que guardara pulcramente las gafas, se quitara el reloj o se tomara varios calmantes. Pero también por el lugar elegido, uno de sus paisajes preferidos, apartado de la vista del público, pero relativamente cerca de su casa, y la navaja con que se cortó las venas, un recuerdo de su infancia. "Creo que, teniendo en cuenta todas las evidencias, es prácticamente seguro que se suicidó", concluyó.
Según el doctor Hawton, David Kelly estaba libre de enfermedades físicas o psicológicas, pero desde hacía dos años se había concentrado de manera radical en el trabajo, dejando poco sitio a sus aficiones tradicionales, como el deporte o la jardinería, y su mujer había detectado signos de cansancio y envejecimiento. En esas circunstancias, los acontecimientos que se precipitaron desde mediados de junio acabaron siendo fatales para él. "Era una persona a la que no le gustaba que se interesaran por sus sentimientos; ni siquiera su familia", destacó ayer Hawton, y el hecho de que su vida y su trabajo quedaran expuestos a la opinión pública "fue extraordinariamente doloroso para él". Durante su comparecencia en el Parlamento "hubo momentos en que estaba muy incómodo e incluso un poco confuso". Aquella noche llegó a su casa "conmocionado, roto y humillado", según la descripción que su hija Rachel le hizo al doctor Hawton. "Desde luego, fue una experiencia muy, muy, muy estresante para él", subrayó ayer éste en su comparecencia ante el juez Hutton.
Señales de optimismo
En los dos días siguientes, Kelly emitió señales de optimismo y planes de futuro. La noche antes de su muerte se había citado con su hija Rachel para dar un paseo y apenas horas antes de salir de su casa por última vez había enviado varios correos electrónicos a sus amigos expresando sus deseos de que todo acabara pronto y pudiera volver a Bagdad. Pero ese optimismo se mezclaba con momentos taciturnos, con largos silencios que revelaban su tortura interior.
Esa mañana, el jueves 17 de julio, "hubo una escalada de su angustia que entiendo que fue particularmente aguda a última hora de la mañana", describió ayer Hawton. En aquel momento salió de su estudio y se sentó en una butaca en el salón junto a su mujer, "un acto absolutamente inusual en él", que solía trabajar hasta la hora del almuerzo. El psiquiatra cree que pudo haber un factor decisivo que hizo que la idea del suicidio acabara imponiéndose: un correo electrónico le hizo llegar las preguntas que el ministro de Defensa debía responder en el Parlamento acerca de los contactos de Kelly con la prensa y si éstos eran compatibles con su empleo y qué medidas disciplinarias tenía previsto tomar contra él.
"Creo que eso hizo que empezara a percibir una escalada del problema, que aumentaban las dificultades para él y que las perspectivas de una pronta resolución de sus dificultades disminuían", aventuró ayer Hawton. A su juicio, tomó la decisión de suicidarse "a última hora de la mañana o primera hora de la tarde, justo antes de salir a pasear".
"Era un hombre muy inteligente, extremadamente meticuloso, una persona que se ocupaba de hechos más que de especulaciones y que creía mucho en lo que estaba haciendo", retrató el psiquiatra. "Los problemas que le afectaron justo antes de su muerte ponían en cuestión su propia identidad, su autoestima, la imagen que él tenía de sí mismo de empleado leal y destacado científico", añadió. "Hasta ahora podemos deducir que el factor más importante [que le llevó al suicidio] fue la severa pérdida de autoestima por su sentimiento de que la gente había perdido la confianza en él y su consternación al verse expuesto a los medios". "Había empezado a creer que se vería degradado en su trabajo y que incluso corría peligro su empleo".
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