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LA POSGUERRA DE IRAK | La política de Estados Unidos

Washington se plantea aceptar una fuerza multinacional bajo mando de la ONU en Irak

La Casa Blanca pone como condición que el jefe de las tropas internacionales sea de EE UU

Enric González

George W. Bush considera la opción de ceder a la ONU la máxima responsabilidad en Irak. Después de meses de desencuentro con la organización internacional, y de ocasionales desafíos, Bush empieza a sentirse abrumado por el peso de la ocupación, mucho más cara y cruenta de lo que esperaba, y busca una fórmula para lograr que otros países compartan la tarea que EE UU asumió inicialmente casi en solitario. La posibilidad de convertir el ejército ocupante en una fuerza multinacional es, por el momento, "una entre varias ideas en estudio", precisó Richard Armitage, subsecretario de Estado.

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Un portavoz de la Casa Blanca subrayó ayer que Bush no pensaba renunciar en ningún caso a ejercer el control político y militar en el país invadido. El mantenimiento de un general estadounidense al frente de todas las tropas sería, para Washington, una condición sine qua non en una hipotética negociación con los otros países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU.

El secretario de Estado, Colin Powell, sondeó la semana pasada al secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, acerca de las posibilidades de conseguir una resolución que concediera algún tipo de responsabilidad a la ONU en la cuestión iraquí, pero sin alterar apenas la situación actual. Annan se mostró escéptico, al igual que Gobiernos como los de Francia, Rusia y Alemania, que nunca apoyaron la invasión y que reclaman actualmente un cambio sustancial en la estructura política y militar establecida en Bagdad tras la caída de Sadam Husein.

El ministro francés de Asuntos Exteriores, Dominique de Villepin, declaró que era necesario "pasar de una lógica de ocupación a una lógica de soberanía" en Irak. Otros gobiernos se limitaron a insistir en que no enviarían un solo soldado a territorio iraquí sin un mandato claro emitido por la ONU. "Necesitamos la autorización del Consejo de Seguridad", dijo Munir Akram, embajador de Pakistán ante la organización internacional. "Si hubiera un mandato explícito de la ONU, consideraríamos la posibilidad de enviar tropas", señaló, por su parte, Yashwant Sinha, ministro indio de Exteriores.

En ningún caso se trataría de desplegar cascos azules en Irak. Lo que sopesa Bush, y podrían aceptar la mayoría de los países hasta ahora reticentes, es convertir la llamada coalición, básicamente tropas de Estados Unidos (140.000 efectivos) con algunos apoyos (22.000 en total, contando los británicos), en una "fuerza multinacional" con la misión específica de pacificar Irak y devolver lo antes posible la soberanía a un gobierno representativo. Algo así se hizo unos meses atrás, cuando el Consejo de Seguridad autorizó el envío a Congo de una fuerza multinacional, dirigida por Francia, con el fin de sofocar la creciente violencia en la zona oriental del país.

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El teniente general Ricardo Sánchez, jefe de las tropas terrestres de EE UU en Irak, opinó que crear una fuerza multinacional sería "una buena idea". "Internacionalizar valdría la pena, porque proporcionaría más apoyo a la misión", dijo. El senador demócrata Joseph Biden, especializado en cuestiones militares, también se mostró a favor de pedir la cobertura de la ONU. "De lo contrario, el contribuyente de Estados Unidos soporta toda la carga", declaró. "Sufrimos el 95% de las muertes, aportamos el 95% de las tropas y asumimos el 95% de los costes. Y los costes son tremendos, el número de tropas es tremendo y hará falta estar ahí bastante tiempo", agregó.

La tarea de ceder a la ONU, es decir, a la llamada "comunidad internacional", buena parte de la carga iraquí no se presenta fácil en ningún caso. George W. Bush debe decidir, en primer lugar, que necesita a una organización a la que ha despreciado repetidamente. El Departamento de Estado presiona a favor de la ONU. El Pentágono, encabezado por el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, presiona en sentido contrario: según Rumsfeld y demás halcones del Gobierno, si Estados Unidos renunciara al poder absoluto sobre Irak se pondría en peligro el objetivo de democratizar el país y convertirlo en un aliado fiel de Washington.

Aun en el caso de que Bush apostara por la internacionalización, su exigencia de mantener la estructura militar y los objetivos políticos bajo autoridad estadounidense supondría un escollo en las negociaciones para obtener una nueva resolución.

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