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Estados Unidos lanza con éxito el último de sus grandes observatorios

Un telescopio de la NASA para detectar con gran sensibilidad el calor que emiten los cuerpos celestes -el último del Programa de Grandes Observatorios de la NASA- ya está en el espacio. El satélite Sirtf fue lanzado ayer desde Cabo Cañaveral por un cohete Delta II, después de numerosos retrasos, unos recientes y otros ya antiguos. Completa, al observar en en el rango de los rayos infrarrojos, la capacidad de los otros tres observatorios de la NASA: el Hubble (luz visible, aunque también en infrarrojo cercano y ultravioleta) y el Chandra (rayos X), todavía en funcionamiento y el Compton (rayos gamma) ya apagado.

En el aspecto internacional, Sirtf llega para cumplir la misión de observación que realizó hasta 1998 el observatorio europeo Iso de la ESA. Aunque mayor y con detectores más modernos, no se puede decir que Sirtf represente una nueva generación de telescopios en órbita, aunque sí será, cuando empiece a observar, el único de su tipo en el espacio.

El interés de la observación en infrarrojo se debe a que grandes zonas del Universo están llenas de nubes de gas y polvo que impiden observarlas en luz visible. Telescopios como el Sirtf, que ha costado 1.200 millones de euros, pueden observar mejor desde fuera de la Tierra regiones de formación estelar, los núcleos de las galaxias y los sistemas planetarios en formación, pero también los cuerpos más fríos, como las estrellas pequeñas, que apenas se detectan en luz visible por su escaso brillo.

Con un espejo de 0,85 metros y tres instrumentos de observación, el Sirtf tiene un sistema criogénico (nutrido por un tanque de helio) para enfriarse hasta casi el cero absoluto (-273 grados centígrados) de forma que su calor no interfiera en las observaciones. Además, dispone de un escudo para protegerse del calor solar y, como innovación respecto a anteriores observatorios en infrarrojo, se va a situar en la misma órbita que recorre la Tierra alrededor del Sol, pero lo suficientemente lejos como para evitar la radiación infrarroja de la Tierra. Detectará la radiación cuya longitud de onda esté entre las 3 y las 180 millonésimas de metro y se espera que su carga de helio le permita trabajar durante cinco años.

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